Capitulo 1

104 19 0
                                    

No había lugar más peligroso para aquel marine que su propia casa...

Christopher Bang estaba al límite. Hacía ya muchas semanas que sus hermanos y él habían apostado que no se acostarían con nadie durante noventa días cuando Bang Seungmin se presentó en su casa. Y ahora que tenía tan cerca a su bello ex esposo, Chris no sabía cómo iba a sobrevivir.

A Seungmin le había resultado muy duro volver a casa, pero quería tener un hijo. El hijo de Christopher. Lo que no sabía era si su corazón soportaría volver a estar con el guapísimo marine. Pero desde luego iba a demostrarle lo tentador que podía llegar a ser...

—Diez mil dólares es mucho dinero —Christopher Bang tomó su cerveza y se reclinó en el viejo banco de madera.

—No hagas planes —dijo, irónico, su hermano Changbin—. No sé si te acuerdas, pero no todo es para ti.

—Eso es —intervino Hyunjin—. Tienes que compartirlo con nosotros.

—Y yo os aconsejaré sabiamente cómo gastarlo —sonrió Jiyong.

—Ya lo sabíamos —Chris sonrió a sus hermanos.

Jiyong, el mayor de los cuatro, parecía sentirse como en su casa en aquel bar. Algo que podría parecer normal... si no fuera sacerdote. Pero antes que nada Jiyong era un Bang. Y los hermanos Bang eran una piña. Ahora y siempre. Chris miró a los otros dos hombres. Era como mirarse en un espejo, dos veces. Los trillizos Bang: Changbin, Christopher y Hyunjin, en orden alfabético por orden de aparición, habían permanecido juntos desde que empezaron a dar los primeros pasos. Juntos se habían alistado en los Marines, juntos habían hecho la instrucción en el campamento. Siempre habían sido una piña para apoyarse en un mal momento o para darse una patada en el trasero, lo que hiciera falta. Y ahora, se reunían para celebrar un funeral. Su tío abuelo Jinyoung, el único superviviente de otro grupo de trillizos, había muerto, y como no tenía más parientes, les había dejado diez mil dólares a los hermanos Bang. Ahora tenían que decidir cómo iban a repartir el dinero.

—Yo digo que hagamos cuatro partes —opinó Hyunjin—. Los Bang somos todos para uno y uno para todos.

Jiyong sonrió.

—Me gustaría decir que no, pero la iglesia necesita un tejado nuevo.

—Pues no creo que puedas arreglar el tejado con dos mil quinientos dólares.

—La verdad es que ninguno de nosotros va a salir de pobre con ese dinero — suspiró Hyunjin.

—Yo también lo había pensado —dijo Jiyong—. ¿Por qué no hacemos una apuesta? El ganador se lo lleva todo.

A los hermanos Bang nada les gustaba más que una buena apuesta. Especialmente, si apostaban unos contra otros. Pero la sonrisita de Jiyong les decía que no iba a gustarles lo que tenía en mente. Sí, Jiyong era sacerdote, pero siendo un Bang, eso no aseguraba nada.

—¿Qué clase de apuesta? —preguntó Chris.

Jiyong sonrió.

—¿Estás preocupado?

—El día que un Bang se eche atrás en una apuesta será el día que...

—...esté a dos metros bajo tierra —terminó Hyunjin la frase por él—. ¿Qué se te ha ocurrido, Jiyong?

Su hermano mayor hizo un gesto con la mano.

—Siempre estáis hablando de compromiso, de sacrificio, ¿no?

Chris miró a sus hermanos antes de asentir.

—Pues claro. Somos marines. Lo sabemos todo sobre el compromiso y el sacrificio.

La tentación vuelve a casa. [Chanmin]Where stories live. Discover now