Capitulo 3

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Seungmin oyó que se acercaba un coche por el camino y dejó escapar un suspiro de alivio. Luego se acercó a la ventana de la habitación que había ocupado de niño y apartó las cortinas. Cuando vio que Chris se paraba en medio de la escalera para insultar a las perritas, que estaban ladrando como locas, tuvo que sonreír.

Estaba convencido de que saldría corriendo. Podría haberse ido a la base durante un par de semanas para evitarlo. Pero no lo había hecho. Y el sabía por qué. Chris jamás admitiría que no era capaz de verlo todos los días. Jamás reconocería que su presencia lo preocupaba.

Estaba subiendo los escalones de dos en dos y el ritmo de su corazón se aceleró al ver cómo se movía. Cuando entró en su apartamento, sin mirar hacia la casa ni una sola vez, Seungmin estaba casi sin respiración.

—Muy bien —murmuró—. A lo mejor soy yo quien debería estar preocupado.

Cuando sonó el teléfono, se lanzó sobre la cama para contestar.—¿Dígame?

—Así que estás ahí.

—Jisung —Min se tumbó de espaldas sobre la colcha hecha a mano—. Sí, aquí estoy.

—¿Lo has visto?

—Sí.

—¿Y?

Seungmin empezó a jugar con el cordón del teléfono.—Y está igual que antes.En realidad, estaba mejor que antes. Más guapo, más irresistible, más irritante.

—Así que sigues empeñado.

Seungmin suspiró.—Jisung, ya hemos hablado de esto mil veces. No quiero ir a un banco de esperma. ¿Te puedes imaginar esa conversación con mi hijo? Sí, cariño, claro que tienes un papá. Es el número 3075. Es un número muy bonito, ¿verdad?

Jisung soltó una risita.—Muy bien. Pero estoy preocupado.

—Y yo te lo agradezco —sonrió Seungmin, mirando alrededor.

Su abuela no había cambiado nada. Los pósteres de Tahití y Londres en las paredes, las estanterías llenas de libros y tesoros de su adolescencia, los muebles que llevaban en la familia Kim desde el principio de los tiempos. Era reconfortante. Y le sorprendía admitir cuánto necesitaba ese consuelo.Aunque había nacido y crecido en aquella casa, en aquel pueblecito, llevaba mucho tiempo fuera de allí. Y volver al pasado, aunque fuera brevemente, era un poco aterrador.

—Pero quieres que te deje en paz —suspiró Jisung.

—Sí, más bien sí.

—Minho estaba seguro de que dirías eso —admitió Jisung—. ¡Que sí, que sí! Ya sé que te debo cinco dólares —le gritó a su marido.

Seungmin rió y esa risa la relajó un poco.—Me alegro de que hayas llamado.

—¿Sí?

—Pues claro. Necesitaba oír una voz amiga.

—Me alegro de poder ayudar. Llámame si necesitas contarme tus penas... o cualquier cosa.

—Lo haré. Nos vemos dentro de tres semanas.

Después de colgar Seungmin se sentó en la cama y miró alrededor, sintiendo como si regresara al pasado. Vivía en aquella habitación cuando Chris y el empezaron a salir... Le parecía como si hubiera pasado una eternidad.

Entonces trabajaba a tiempo parcial en Diego's, un elegante bar del puerto, y estudiaba en la universidad durante el día. Chris era teniente, las alas de piloto de su chaqueta militar todavía brillantes. Una noche entró en el bar y, como en los clichés más cursis, sus ojos se encontraron y allí empezó todo. No se separaron ni un minuto desde entonces. Y luego disgustaron a las dos familias casándose en secreto. Pero estaban locos el uno por el otro y no podían esperar. En lugar de una boda con todos los parientes, se casaron solos ante un juez de paz. Seungmin llevaba en la mano una rosa que Chris había cortado del jardín del Ayuntamiento y sabía, en lo más profundo de su corazón, que aquel hombre era su alma gemela. El único hombre en el mundo al que podría amar. Habían estado juntos durante un año. Y entonces Chris soltó la bomba: quería el divorcio. Así, sin dar explicaciones. A la mañana siguiente se marchó a una misión que duró seis meses.

La tentación vuelve a casa. [Chanmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora