Capitulo 8

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El resto de la noche transcurrió en una maravillosa nube de pasión. Los minutos se convertían en horas y los recuerdos en realidades, en un deseo que llevaba demasiado tiempo esperando y pugnaba por salir a la superficie.

Empezaba a amanecer cuando Seungmin se estiró, bostezando, y se volvió para mirar hacia la ventana. Le dolía todo el cuerpo. Chris era mucho mejor de lo que recordaba. En el fondo, le dolía un poco pensar que había estado con otras personas desde que se separaron, pero... no podía hacer nada al respecto. Se guardaría esa pena para sí mismo. Después de todo, tampoco el había vivido como una monja durante los últimos cinco años. Pero era suficientemente honesto como para admitir que nadie lo había emocionado nunca como Chris.

Con otros hombres, era simplemente sexo. Con Chris, hacer el amor era algo al borde de lo espiritual. Entonces sonrió, mirándolo. Incluso dormido, no tenía un aspecto inocente. Tenía un aspecto... peligroso. Y lo era. Al menos, para el. Pero con sus ojos cerrados, podía estudiarlo a placer, como estudiaría una obra de arte. La piel bronceada, los músculos marcados, todo lo que se perdía bajo la sábana... Dormía con una sonrisa en los labios; una sonrisa arrogante y satisfecha, además. Pero como sabía que también el sonreía de la misma forma, no podía criticarlo.

Una noche con Chris era mejor que cien noches con cualquier otro hombre. Y qué pena descubrir esa verdad para tener que marcharse después. Pero aquella vez, quizá, cuando se separaran, se llevaría algo de él. Seungmin se tocó el abdomen, como si quisiera acariciar el niño que podría estar creciendo dentro de el.

—Cuando un hombre sonríe así... —dijo Chris en voz baja— uno sepregunta en qué está pensando.

Seungmin apartó la mano, sorprendido.—Ya, claro —murmuró, tapándose con la sábana.

—Buena respuesta —rió Chris—. ¿No me digas que ahora te has vuelto tímido?

—No, es que estoy un poco cansado.

—No me sorprende. Normalmente, yo también necesito dormir más de una hora.

Pero sólo habían dormido una hora porque ninguno de los dos quería dejar de tocarse hasta que, por fin, el cansancio los venció justo antes de amanecer.

—¿Te encuentras bien?

—Sí, claro —contestó el, intentando no sentirse culpable.

—Sí, como que eso va a convencerme.

Entonces sintió que se le erizaban los pelillos del cuello. Como cuando estaba en el F-18. Incluso a seis mil metros del suelo, un piloto podía sentir cuando había un misil dirigido a su avión. Y era ese sexto sentido lo quelo hacía sospechar algo.

—No pasa nada, Chris. De verdad.

—Te pasa algo —insistió él.

Y sabía que ese algo no iba a gustarle. Habían conectado como en los viejos tiempos, pensó. No se había sentido más vivo, más feliz, en muchos años. Y sabía, sin ninguna duda, que cuando Seungmin empezase a hablar, esa felicidad desaparecería. Pero tenía que saber.

—¿Por qué no lo dices de una vez?

—No creo que sea buena idea.

—Ahora sé que tenemos que hablar —suspiró Chris, incorporándose.

—No, mejor no —murmuró Seungmin, saltando de la cama para buscar la toalla.

—Muy bien, Kim Seungmin no quiere hablar, o sea que tenemos un problema. Y quiero saber cuál es.

El lo miró por encima del hombro, intentando parecer inocente.—No pasa nada, de verdad. Es que quiero darme una ducha.

No quería hablar en aquel momento porque sabía que eso llevaría a una discusiónde proporciones gigantescas. Y no quería discutir cuando en su cuerpo aún notaba la huella de sus manos y en su corazón guardaba la certeza de que seguía amándolo.¿Dónde demonios estaba la toalla?, se preguntó. No podía haber salido andando sola.

La tentación vuelve a casa. [Chanmin]Where stories live. Discover now