Capitulo 11

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Unos días después, Seungmin tenía que cerrar ciertos contratos, aunque estuviera a miles de kilómetros de Seul.

Sentado frente a la mesa de la cocina, se colocó el teléfono en el hombro y tomó notas mientras hablaba con su ayudante.

—El contrato con Irene está a punto de cerrarse —estaba diciendo Lia—.¿Estarás de vuelta el día de la firma?

Una semana, pensó Seungmin.

—Sí, estaré de vuelta.

Estaría en casa. En su dúplex, en su pequeño mundo, con alguna cita ocasional para cenar e ir al cine. Y quizá, sólo quizá, estaría embarazado.

—Estupendo —dijo Lia—. Irene llamó esta mañana. Quería darte las gracias por haber encontrado la casa de sus sueños. Está embarazada, por cierto.

—Ah, no lo sabía —murmuró Minnie.

—Dice que quiere decorar la habitación de los niños como tú sugeriste cuando
vino a verla con su marido...

Seung apenas escuchaba. Estaba recordando la preciosa casa en Jeju de la que Irene se había enamorado al instante. Y Seungmin, que llevaba tres
años seguidos siendo el mejor agente inmobiliario de Corea, supo que tenía
una venta entre las manos.

Pero cuando le enseñó esa habitación, la habitación de los niños, tuvo una
epifanía. La que la había llevado de vuelta a Busan para acostarse con su ex
marido y quedar embarazado.

Llevaba años, pensó, ayudando a familias a encontrar casa, a invertir en su futuro, a hacer realidad sus sueños... y se había olvidado de los suyos.

Mientras Irene miraba, encantada, las ventanas emplomadas, el jardín, los
techos altos, Seungmin empezó a sentir el tic-tac de su reloj biológico. Y entonces supo con toda certeza que lo que necesitaba no iba a encontrarlo en Seul, ni en la venta de casas ni en su cuenta corriente.

Lo que necesitaba, lo que deseaba, era una familia. Niños. Un marido.

Ahora tenía la oportunidad de tener un hijo, pero había perdido la posibilidad de volver con Chan.

—Gracias, Lia —la interrumpió. No quería seguir hablando de los sueños de los demás. Quizá eso lo convertía en una persona pobre de espíritu, pero tendría que vivir con ello—. Dile a Irene que volveré para darle las llaves de la casa de sus sueños personalmente.

Ojalá a el le pasara lo mismo.
En cuanto colgó, sonó el timbre de la puerta y se levantó de mal humor para abrir. No le apetecía tener compañía.
Especialmente si era Chris, que iba por allí todos los días para preguntarle si ya se habia hecho un test, si tenía mareos...

Pues no, no le había bajado el período. Y aunque por una parte seguía soñando
con tener un hijo, por otra le gustaría mesarse los cabellos. Porque sería terrible tener un hijo y no tener a Chris.
Había sido un idiota, desde luego. Pensar que podría quedar embarazado y marcharse de allí como si no hubiera pasado nada... Jisung tenía razón, la tuvo desde el principio.

Una pena que no lo hubiera escuchado.
Porque saber que seguía amando a Chris, que seguramente lo querría siempre, haría que su vida fuera insoportable.

Seungmin abrió la puerta y estuvo a punto de gritarle al hombre que estaba en el porche, pero se quedó helado al ver a su ex suegro.

—¡Taeyong!

—Seung, cariño —exclamó el hombre, sonriendo como un niño el día de Navidad—. Cuánto me alegro de verte.

Bang Taryong  era un hombre de corta estatura, de ojos azules y pelo negro. Era comprensivo y cálido, el suegro perfecto, y Seungmin lo había echado
muchísimo de menos.

La tentación vuelve a casa. [Chanmin]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt