Día 9 (Pt 2)

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Habían sido días tranquilos, llenos realmente de mucho amor. El cenizo cuidaba y procuraba constantemente al pecoso quien se había convertido en su otra mitad porque así es como le gustaba llamarlo, se sentía completo estando con él. Y claro quería absolutamente todo con él pero sabía perfectamente que había cosas en las que tenía que darle su espacio al más pequeño y una de ellas era a la hora de tener sexo, habían noches en las que los dos tenían algo de intimidad pero no pasaba de roces, besos y a lo mucho que llegaba a tocar el cenizo era el pecho desnudo de su compañero, mentiría si dijera que se quedaba satisfecho pero quería ser correcto en su andar con aquel ser maravilloso que los dioses habían mandado para él.

Esa noche era el día en el que dormiría con su pecoso, se turnaban los días para pasarlo juntos. No quería incomodarlo.
Pero hoy había algo más, hoy algo en su interior se sentía extraño, hacía mucho calor y su cara estaba sonrojada.

Hizo sus cosas con normalidad, pero siempre con un extraño cansancio en su ser. Kirishima lo noto, pero no dijo absolutamente nada pues podía oler el cambio de esencia en su jefe.
La noche cayó como un balde de agua fría en su ser, los síntomas se tornaron erráticos y ya no podía controlarlos. Entonces fue cuando entendió lo que realmente le estaba sucediendo.

Era un celo, él había entrado en celo y hace años que no le pasaba algo así.

—Kacchan ¿E-estás bien?— el cenizo volteó a verlo y el pequeño pudo notar como aquellos ojos carmín ahora resplandecían en un color dorado. Se sobresaltó y por instinto retrocedió unos pasos. A penas había llegado a la casa del mayor pues en todo el día no lo había percibido.
El mayor lo veía como una presa, pero su "yo" racional aún lo controlaba un poco, no quería dañarlo. No debía dañarlo.
Ese pensamiento le permitía mantener cordura y por fin pudo despegar sus labios.

—Lárgate, Deku por favor vete con Kirishima— la voz el cenizo era rasposa y cansada, el pecoso estaba asustado, pero algo dentro de él quería quedarse a protegerlo, se lo merecía. Realmente se lo merecía.

—No, no me iré dime qué quieres que haga por ti. Lo haré— le sonrió con compasión. Pero los nervios lo traicionaban poco a poco cosa que no pasó desapercibida por el mayor.

—Y-Yo estoy en celo Deku, no puedes ayudarme no quiero...— hizo una pausa posando sus ambarinos ojos en los bosques brillosos —No quiero hacerte daño, no quiero tocarte... No quiero tocarte como ese bastardo— dijo apresuradamente, claro que quería pasar este celo con Deku pero sabía cuáles eran las condiciones y eso lo frenaba. Pudo ver como el menor daba media vuelta, creyó que todo había acabado pero noto como el pequeño bastardo ponía la tabla que sostenía la puerta para trabarla.

—Voy a ayudarte, hazlo Kacchan estoy listo para ti— dijo mirando el piso, pero pudo notar el sonrojo de sus orejas. Su lado racional dejó de funcionar de un momento a otro.
Dio dos pasos solamente para llegar al frente del pequeño, quien ya no avanzó. No escapó.

Lo tomó en sus brazos mientras se agachaba un poco para alcanzar el cuello pecoso y restregaba su rostro para inhalar aquel precioso aroma que lo hacía perder su racionalidad. Cereza.
Mordió levemente donde su glándula de olor debería estar, hizo chupetes y repartió besos en toda la superficie. Deku suspiraba y ratos soltaba pequeños gemidos. Los toqueteos no eran a lo que él estaba acostumbrado y eso lo hizo querer más.

Los ahora ojos ámbar lo miraron y pudo ver como le pedía permiso para avanzar más. El pecoso asintió y el mayor retiró apresuradamente su camisa, siendo recibido por unos preciosos pezones rosados erectos los cuales tomó entre sus dedos y estrujó, se inclinó y lamió.

La ropa de ambos estorbó, quedándose completamente desnudos por fin admirándose uno a otro. Había roces de miembros y perfecta sincronía.

Obviamente la zona erógena del pecoso no estaba lubricada, así que el mayor se inclinó mientras sacaba su lengua lamia de arriba a bajo e introdujo la lengua al anillo sintiendo como el peliverde se estremecía y lo jalaba del cabello, cosa que lo hizo excitarse más.
Se paró lamiendo el exceso de baba, el pecoso con ojos nublados en placer y boca entre abierta fue la fotografía mental más preciosa que el alfa podía pedir.
Por fin introdujo un dedo en la cavidad estrecha, lo metía y lo sacaba y cuando sintió la costumbre del pecoso introdujo otro y luego otro, hasta que aquel anillo estaba perfectamente para su pene.

Alineó su aparato y echó una última mirada al menor quien parecía estar listo, y entró... entró por fin sintiéndose complacido por tan precioso recibimiento, el pecoso gemía como loco y cuando él mismo empujó sus caderas dándole la señal de poder moverse, comenzó con el vaivén de caderas lentas y certeras.

Daba besos, pellizcaba pezones y lamia su cuello. El pecoso era un lío y el alfa está completamente feliz y racionalmente ido.

—Kacchan m-más m-más ¡ah! po...—No pudo terminar de articular sus palabras pues el mayor embistió más rápido y certero golpeando sin piedad el punto dulce. Gimió, rasguño y estrujó las sábanas bajo su cuerpo. Ambos estaban en su límite

—Deku, eres precioso— le acariciaba con el pulgar su teñida mejilla. —Sé la madre mis hijos— Deku asintió, no podía pensar con racionalidad.

Pudo sentir como el pene de su pareja se hacía más grande en su interior, pudo ver como el bulto ahora se marcaba en su estómago y por instinto llevó su mano a ese sitio sintiendo el bulto bajo sus dedos. El mayor gruño ante aquel acto, se inclinó y lo besó apasionada mente. De esta forma ambos por fin llegaron al orgasmo, el mayo dentro haciendo el nudo posible, Deku sentía como aquel esencia caliente lo llenaba haciéndolo olvidar absolutamente todo.

Al tocar el clímax Deku pudo sentir como lo que habían hecho era totalmente diferente a lo que lo habían acostumbrado, estaba feliz y su corazón danzaba sin parar. El mayor salió de su interior, recuperó fuerzas y lo limpio con cuidado y amor.
Lo atrajo a sus brazos, se arroparon mientras el mayor hacía cariños en el esponjado cabello verdoso.

—Kacchan... realmente Kirishima me mando contigo. Y-Yo ya sabía que estabas en celo— Katsuki volteó a verlo con incredulidad, pero están vez Kirishima recibiría una porción más grande de carne.
Lo abrazo mientras su hermosa risa ronca resonaba en aquellas cuatro paredes que eran testigos del amor que hubo en esa noche.

[...]

—L-Lo encontramos— un general corría por los pasillos del palacio anunciando al rey la buena nueva.

La sonrisa arrogante dibujó su cara. Una sonrisa macabra y llena de odio.

No puede quedar en tranquilidad y está pareja lo iba a descubrir de una forma algo cruel. El rey había descubierto el paradero y estaba listo para acabar con el clan que se había atrevido a faltarle el respeto.

Correría sangre tarde que temprano.

Continuará.

Historias entre sabanasWhere stories live. Discover now