Día #18

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Tema: Ya eres mío.
Omegaverse, diferencia de edad. Abdomen abultado, nudo.

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Ya era tarde, y lo extrañaba tanto que podría volverse loco en cualquier momento, no es que fueran algo tan especial. Solo la necesidad de tenerse y tocarse les bastaba -hasta el momento- para saber que solo ellos eran los dueños de sus cuerpos extasiados.

Un par de horas más transcurrieron cuando por fin pudo escuchar el típico sonido de la puerta abriéndose lo hizo vibrar su cuerpo debajo de las sábanas, de un minuto a otro un peso extra encima de él le hizo jadear tenuemente.
Izuku ni siquiera necesitaba voltear a ver a aquellos ojos para percatarse de quién se trataba, con el simple aroma de esas feromonas feroces danzando alrededor de él saber quién exactamente había llegado. Por eso el miedo no se apoderó de él y su cercanía solo lo hizo liberar feromonas de gusto.

Has vuelto, por fin— masculló con su voz tan dulce como siempre. Pudo sentir como la persona se restregaba en su cuerpo, sabía que estaba depositando su olor. Un envidioso y territorial alfa que le gustaba marcarlo en todo momento.

—¿Me extrañaste, Zuzu~? — preguntó Katsuki con su voz tan ronca y necesitada como siempre. Tan necesitado por él.

Izuku se removió, cuando el alfa rubio cenizo restregó su miembro entre sus nalgas. Tuvo un pequeño desliz y su imaginación voló solo para hacerlo caer en el deseo de aquella erección dura bien enterrada entre sus nalgas,  así que se apoyó sobre sus rodillas y levantando el trasero hizo círculos solo para ser gratificado por el sonido ronco de un gemido.

Su celo había iniciado esa misma mañana, no usaba un supresor porque para ser sincero deseaba con todas sus ganas que aquel hombre que le doblaba la edad lo hiciera completamente suyo, su cabeza no razonaba muy bien por el calor que estaba enfrentado, pero era cierto que no se arrepentiría de nada de lo que llegara a suceder esa madrugada.

—Sí, te extrañe... — susurró en respuesta a la pregunta que había quedado en el aire hace unos minutos.  Katsuki tan altanero como siempre sonrió ante aquella respuesta tan gratificante, le encantaba lo jodidamente erótico que el omega podía llegar a ser cuando su celo estaba a flor de piel.

Por aquella sinceridad el alfa premió al joven bajo de él con besos castos en la parte expuesta del cuello, donde se supone debería haber un hermoso collar de cuero cubrieron la glándula de olor para que lo hombres como él no cometieran algo erróneo. Pero nada ahí era erróneo, eran tan correctos juntos que le asustaba su instinto. La protección y añoranza hacia el omega lo habían llevado un punto de desquiciamiento.

—¿Qué es lo que quieres que haga por ti?— preguntó, haciéndose el tonto como si no supiera la respuesta ya. Como si no supiera que lo único que Izuku necesitaba era su pene bien enterrado y en tantas posiciones posibles que perderían la cuenta.

—Quiero que me folle, sensei— Katsuki rió de forma irónica, definitivamente este chico sabía cómo hacer que su polla brincara en éxtasis puro

Oh tenemos un chico tan malo aquí, pero es que disfrutando tanto cuando me pides con tu propia voz que te folle. — susurró en su oido, con esa voz tan ronca que solo él podía llegar a hacer, creando un escalofrío en la espalda ajena. La forma en que Izuku se estremeció solo confirmaba lo necesitado que ya estaba.

Sensei, por favor. — suplicó con un bello puchero asomándose en sus labios de piñón. Tan lindo y erótico que merecía todo lo que pedía y ¿quién era Katsuki para negarle aquella atención a su alumno?

Midoriya dejó escapar un gemido suave cuando sintió una leve embestida superficial. Que molesto era el no sentir la piel desnuda de su pareja, comenzaba a odiar aquella tela bloqueando su roce.

Su lubricante natural estaba haciendo su ropa un desastre. Y las feromonas les estaban nublando toda idea cuerda, Katsuki quito la sábana de un jalón y masajeo a su antojo las redondas nalgas de su acompañante. Una piel lechosa cubierta por lindas constelaciones en tonos café... tan lindo, tan suyo.

—¿El pequeño Izuku quiere que lo folle tanto que olvide a su prometido?— pregunto con una voz burlona, pero a la vez se podía sentir los celos a flor de piel. Izuku se mordió los labios para no gemir, sabía que lo que hacía era tan malo pero que bien se sentía pertenecer a este hombre justo ahora.

Lo que sea que mantuviera con Katsuki nunca había sido algo a lo que pudieran llamar "convencional". Cuando lo conoció en la academia a la que asistía algo dentro de él se removió en alegría pura, el Alfa cenizo jamás intento sobrepasarse, si se lo preguntan ahora le da vergüenza decir que él mismo (un omega) había seducido al gran alfa que no dormía con omegas menores.

Lamentablemente para ambos habían impedimentos y el más notorio era que el omega ya estaba comprometido, incluso antes de su llegada al mundo ya contaba con un alfa con el cual compartiría su vida.
Katsuki no permitiría que le arrebataran a tan bello ser de su lado, así que haría hasta lo imposible por adueñarse.

El sonido de su chaqueta desabotonandose, el ruido del Zipper de sus pantalones siendo bajado fue suficiente para dejar en claro que el alfa estaba más que listo para profanar su bello cuerpo de tantas maneras.
Los largos y gruesos dedos metiéndose entre sus escasas ropas para tocarlo y desvestirlo antes de llevarlo al éxtasis al que solo el rubio cenizo podía llevarlo y traerlo de regreso haciendo que se perdiera y rogara por más y más.

La ropa estorbo para ambos, la cama fue un desastre, sus gemidos fueron sonoros y eróticos y el amor con el que se entregaban esa noche era tan bueno que podían solo quedarse así sin pedirle más al universo.

Las estocadas iban y venían con intensidad, ya habían tocado el clímax tantas veces que Izuku estaba mareado por tanto placer, de sus ojos jade brotaban lágrimas y su boca no podía cerrarse, los balbuceos pidiendo más hasta el cansancio solo prendían esa chispa que al alfa tanto le gustaba.

Katsuki no era su Alfa, ni él era el Omega de Katsuki. Pero quizá, solo quizá esta oportunidad estaba reflejando lo que ambos querían realmente, lo mucho que se necesitaban.

Las estocadas estaban yendo tan profundo que pudo sentir como atravesaba algo, se sentía tan lleno que podía jurar que Katsuki le perforaría los intestinos. Otra descarga más y el vientre estaba abultado.

Oh no... el nudo estaba hecho.

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Nos leemos pronto manténgase con vida. Los quiero mucho.
Por cierto vayan a leer mi historia llamada Sparks.

Historias entre sabanasWhere stories live. Discover now