El convoy del terror

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Algunos miembros de Black Sugar habían llegado temprano a la estación Argus para iniciar los preparativos. Eran trabajadores ferroviarios leales a la familia Valastro, quienes eran dueños de los medios de transporte ferroviario, automotor y marítimo. Rusalka Valastro, una wendigo que vivía ocultando su identidad, manejaba y monopolizaba los sindicatos de la Unión de Trabajadores del Transporte usando la Belcher Company como fachada. Era una de las miembros más antiguas de Peppermint y participaba mayoritariamente de los negociados sucios perpetrados por los contrabandistas, narcotraficantes, miembros del clero y las realezas.

Un día, sus dos hijos y el mayor de sus nietos, habían hecho un viaje de negocios en tren rumbo a Sahmar, del cual nunca regresarían. Al estar desaparecidos pidió información a Bubblegum y Jawbreaker sobre algún intento de secuestro o ataque programado hacia su familia. Al no obtener resultados, la iglesia acudió en su ayuda con la misma excusa que presentaron a Konstantine; de que su gente había sido agredida y asesinada. Rusalka accedió ayudarles a desechar sus desechos, prestar sus camiones y trenes con tal de que le brindaran alguna respuesta y la iglesia por supuesto no se negó a tenderle una mano. Desde aquel entonces, habían pasado 5 años y ella aún no había obtenido ningún indicio sobre el paradero de su familia.

Hace un mes, Darius, Aurelio y Gedeon llegaron con la respuesta tan anhelada. Rusalka, fúrica arremetió contra los muebles y paredes, destrozando todo a su paso. Cuando se tranquilizó por pedido de sus hijos y nueras, accedió a colaborar con la causa. Después de pensar la situación con la cabeza fría, ella les entregó a sus empleados más leales y confiables para recuperar el cuerpo de sus familiares y dar rienda suelta a su anhelada venganza. Los empleados, en su mayoría mestizos y hombres bestias, también tenían familiares desaparecidos y esto solo generó que la devoción por recuperarlos fuera al extremo.

Era un fin de semana festivo, por ello aprovecharon el momento para infiltrarse. Los andenes estaban repletos de pasajeros que abordaron los trenes a San Angeles, Verdix y Sahmar por las vacaciones. Esperaron que la conmoción aumentara y que llegara a la plataforma de transporte de carga de mercancías. La locomotora que se acopló a los vagones y terminó de armar la formación del convoy estaba por partir.   

Eran casi las 12 pm y el macro tren de 800 m de longitud y cien vagones, ya estaba listo para partir. Cargaba con una media de 1300 tn de carga de contenedores comunes, refrigerados y de caudales. El corredor Orsys-Sahmar tenía un trayecto a cubrir de más de 19 hs, con paradas programadas para descansar a efectuarse en tres tandas: 6 pm, 12 am y 3 am. Transportaba 112 trabajadores subdivididos en los distintos vagones, de los que la mitad eran infiltrados que trabajaban para Bubblegum y SugarKube.

El primer y segundo vagón era el de empleados, mientras que desde el tercero al octavo vagón en la parte delantera del tren, eran los coches que contenían dinero destinado a la iglesia, los sekretnys, bocazas, canarios y la mismísima realeza de Sahmar que ascendía a 5,1 mil millones de nevas, el resto de los vagones del noveno al quinceavo transportaban documentos y material de experimentación. Del dieciseisavo al quincuagésimo, personas secuestradas y enfermas para terminar con los últimos cincuenta vagones que transportaban cadáveres refrigerados.    

El jefe de estación dió aviso del inicio de la puesta en marcha del tren. Más de la mitad abordó el vagón de empleados y el resto de los presentes, se dispersaron en la cabina del motorman y los vagones de caudales. El maquinista realizó la última revisión con verificación de instrumental, presionó el pulsador de arranque motor e inició la marcha.

El viaje a Sahmar continuó como era de esperarse. Ya habían pasado la primera parada y eran más de las 6 pm. Se estaban acercando a otra parada secreta, cerca de un puente ferroviario antiguo cuyo depósito mecánico estaba abandonado hace años para el ojo público. El motorman notó que los semáforos estaban encendidos y las señalizaciones le indicaban que el cruce de vías estaba habilitado. Todo iba bien pero luego, le pareció extraño que hubiera personas haciendo señas para detenerse al costado de las vías.

Tocó la bocina y cuando se disponía a llamar a la central, una llamada ingresó a su panel. Era el jefe de estación de ese depósito que le ordenaba detenerse para acoplar el otro vagón. El motorman pidió explicaciones del porque no estaban dentro y en cambio los empleados se mantenían en el exterior realizando maniobras. La respuesta del otro lado fue, que hubo un corto circuito y los mecánicos se hallaban arreglando el desperfecto para evitar incendios.

El maquinista aceptó ese hecho como una verdad y prosiguió con su tarea. Quitó la tracción, con el freno de aire provocó una depresión para amarrar bien el tren y estableció el freno dinámico. El convoy ingresó lentamente al depósito a una velocidad considerable para frenar. Se anunció la parada y las personas comenzaron a bajar para estirar las piernas, asearse y comer algo. Una muchacha de pelo negro y ojos azules, vestida de manera insinuante con el uniforme de Belcher Company, se acercó al motorman para ofrecerle bebidas y cuando todos estaban fuera de los vagones, la muchacha continuó ofreciendo bebidas a diestra y siniestra para terminar cara a cara con los líderes de la entrega.

Eran miembros de alto rango de Bubblegum y SugarKube quienes miraban a la muchacha con ojos lujuriosos y aprovechando la parada que duraría media hora, se la llevaron al interior de uno de los vagones con la excusa de darle un paseo por el interior del convoy. No pasó ni un minuto y la muchacha salió sonriendo, miró a los mecánicos y les asintió. Una niebla negra casi traslúcida empezó a formarse a los pies de todos los presentes. Quienes terminaron en un trance profundo fueron aquellos enviados de los gremios de información y los demás enemigos infiltrados, entonces el asalto se dió de forma rápida y precisa como estaba planeado.

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Vlad, Patrizia en conjunto con los orcos enviados por Mario y la gente hormiga de Ramona, estaban terminando de preparar el sitio para los velatorios multitudinarios. Trabajaron día y noche sin parar para fabricar cientos de ataúdes que pronto estarían siendo ocupados. Ray se encargó de crear un espacio en la Franja Gris para dicho fin. Se levantó un hotel-albergue y un hospital para quienes se quedarían varios días, ya que para algunos clanes y razas, los servicios funerarios les llevaría hasta una semana en terminar. Los árboles y la vegetación generaban la sensación de ser el último lugar al cual podrían ir a descansar las víctimas, sin ser molestados por el resto de la eternidad.

La gente ave entregó las notificaciones sigilosamente a los deudos, los vampiros serían la seguridad y mantendrían a raya a quienes se descontrolaran y por último los demonios con algunas brujas ofrecerían el catering. Ray observaba el desarrollo de manera tranquila desde la ventana de una de las habitaciones del sexto piso mientras que Tanji, Tuk, Salma y Latifah terminaban de ordenar las placas. Hoy estaba impaciente y sus oraciones continuaron durante todo el día. Mañana llegaría la persona que le cambió la vida, pero no tenía el coraje de dar la cara. Su frustración creció de tal manera que Meraki lo convenció en ir a recoger a esa persona para evitar una masacre en su grupo. Meraki sabía que su padre quería agradecerle a esa persona y entablar una conversación más amena, pero rememorando los terribles recuerdos de Ray prefirió ir él en lugar de su padre.

Motivos Para La Destrucción Where stories live. Discover now