El periódico de las profecías

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A Rusalka le ofrecieron tranquilizantes de antemano y sus hijos llegaron a un acuerdo en que apaciguarían su ira ante lo que vendría. Los vampiros y demonios desistieron de detenerla en caso de algún percance, debido a la insistencia de la familia Valastro.

Ellos deseaban lidiar con este asunto personalmente y no querían intermediarios. Darius pidió a la seguridad que dejaran la sala y rogó encarecidamente a Rusalka que no dañara nada, pues el lugar era de uso médico y aun había algunos cuerpos sin reclamar en los congeladores. Gedeon ya tenía preparado inyecciones con calmantes entre otros anestésicos. Oportunamente Anjana y su madre Jia, vinieron a asistirlos.

Jia acercó las camillas y les advirtió que lo que verían no sería agradable. Rusalka estaba harta de esperar, se levantó y destapó los cadáveres. La imagen la dejó paralizada y casi vomita del asco. Sus dos hijos estaban mutilados y les habían dejado solo los muñones. Les amputaron los pies y los manos, para ser reemplazados por miembros grotescos. Las cuencas de sus ojos estaban vacias y se notaban claras marcas de tortura en el cuello y varias marcas de inyecciones. Su hijo mayor aún tenía sangre saliendo de su boca debido al colapso de los órganos por el descongelamiento, en cuanto a su hijo menor, le faltaba parte del cráneo y el cerebro.

Rusalka cayó al suelo debido a los nervios, de repente se dió cuenta que faltaba alguien entre sus dos hijos. Su nieto Ruffus no se hallaba en la morgue. Su nuera Anastasia exigió ver el cadáver de su hijo, pero la sorpresa llegaría de la manera menos esperada. Darius les reveló que Ruffus aún seguía vivo, y que llegaría en cualquier momento. El retraso se debió a que él estaba pasando por un proceso de sanación extrema que le había tomado algunas horas terminar. Su cuerpo había sufrido torturas de un nivel tan macabro como su tío y su padre, que lo dejaron a las puertas de la muerte y si no hubiesen llegado a tiempo, puede que ya estuviera muerto.

Anastasia rompió en llanto al enterarse que su hijo aún estaba con vida. La puerta se abrió y Rashid entró acompañado de un muchacho de unos veinte años. El joven parecía asustado y empezó a respirar con dificultad, sin dudar más, corrió a los brazos de su madre y su abuela. La pesadilla para Ruffus había terminado, por fin pudo volver a los brazos de su familia. Sus tíos y primos lloraban abrazándolo ya que aún no salían de su asombro.

Rashid miraba a la familia Valastro esperando a que estos se tranquilizaran para continuar con la siguiente parte del plan.

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Vladimir acompañó a los Leviten al área donde yacían los restos de Florence. Konstantine estaba con presión alta y tuvo que ser asistido por Edrielle para evitar que sufriera un ataque al corazón o algo peor. Llegaron a un anfiteatro con lugares designados y entre todos los ataúdes, se hallaba el de Florence.

Nikita pidió abrir el cajón y los organizadores lo ayudaron a destaparlo. El dolor y la impotencia surgieron al ver a quien alguna vez fue su hermana. Estaba desfigurada y algunas partes de su cuerpo estaban mal formadas. El equipo forense hizo un gran trabajo al tratar de dejar el cuerpo presentable para la familia, pero aún con eso, el odio que sentían los Leviten era terrible. Jugaron con el cuerpo de una niña inocente hasta el hartazgo. Konstantine había traído las cenizas de su esposa del cementerio familiar para que partiera junto a su hija. Solo podía llorar por el final desgraciado que tuvo su pequeña.

Nikita acomodó las cenizas de su madre a lado de su hermana y pidió por su descanso eterno donde quiera que estuviesen. Su padre en cambio, se echó a llorar sobre el cadáver de la joven antes de que cerraran el féretro. Se sentaron a esperar a que las demás familias llegaran para que la ceremonia diera comienzo.

Berlín llegó a la sección donde los Leviten velaban a Florence. Vladimir le pidió que se acerque y ofrezca su pésame. Konstantine no estaba de humor para charlar con ella, entonces Nikita se encargó de lidiar con la molesta presencia de Berlín. Ella solo vino a comentar sobre el responsable de que la niña y su madre hubieran muerto. La persona que se encargó de entregarlos al enemigo.

Nikita ensombreció la mirada e instó a Berlín a decirle quien era el malnacido que quería verlos muertos. La mujer sonriendo pronunció en voz alta el nombre "Hubert". Nikita sorprendido giró a mirar a su padre quien puso una mirada asesina al oír el nombre de su amigo de la infancia y mano derecha.

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En la oficina principal del edificio que hacía de hotel para los viajeros. Marceline y August permanecían pendientes de la llegada de Mirna. Lo que vieron y escucharon no solo los enojó, también generó un sentimiento de desconfianza hacia todos aquellos que creían sus aliados. El Nido, Bubblegum, SugarKube y la iglesia de Awada pasaron a convertirse en sus enemigos acérrimos junto con parte de sus amigos en Sunset Scale.

No creían posible que hubiera infiltrados entre sus camaradas, pero al ver con sus propios ojos los archivos entregados por Tanji, descartaron siquiera tener lástima hacia tales sabandijas descaradas. Planeaban decirle todo a Mirna y ponerse de acuerdo para aniquilar a las alimañas en su base de manera silenciosa.

Ringo les sirvió café y galletas para hacer más amena la espera. Preguntaron si su compañera se tardaría más o si estaba llegando. Ringo entre risas les dejó claro que no hacía falta preocuparse, su llegada era inminente. Tanji la saludó y ella se retiró.

Tocaron la puerta y quien ingresó fue Berlín. Ella llegó a tiempo a la reunión, y lo que menos esperaba encontrar era a dos Depredadores sentados tranquilos tomando la merienda.

-Buenas tardes, ustedes deben ser Marceline y August. Un placer conocerlos, soy Berlin Villegas presidente y editora en jefe de Nevada y Spectrum. Aunque soy mejor conocida como la gran periodista del Este- Berlín se sentó en el sillón y saludó a Tanji que estaba bebiendo su café.

-Vaya, incluso tienen este tipo de seres con ustedes. Estoy anonadado- August miró de reojo a Tanji

-Ella no pertenece a ninguna parte, es libre de ir y venir a donde le plazca. Así que me disculpo de antemano si su presencia los fastidia.- Tanji contestó ante la duda acerca de la llegada de Berlín

-Al contrario, es un placer saludar a la mayor manipuladora de información falsa e inútil del continente.- Marceline se burlaba de la visita indeseada

Al siguiente instante, una pila de periódicos fue colocada sobre la mesa. Berlin cargaba con la edición del día siguiente y con ediciones anteriores como trofeos de sus logros informativos. Tanji tomó el periódico del día siguiente y quedó impresionado del nivel de camuflado en los titulares con el que trabajaba Berlín.

“El llanto de quienes lo han perdido todo: Los reyes niegan participación en la catástrofe genocida”

“La reina y sus nuevos amores. ¿Qué desea de sus amantes?”

“Buscando al verdadero enemigo. Quién está manejando los hilos en realidad?”

“Te atreverías a ir tras ellos: Espin impondrá una futura recompensa para la cabeza del Nido? ¿Será que acaso Parrot Vorychenko está en sus últimos días?”

Tanji comenzó a reír mientras leía la noticia que para quienes sabían del trabajo tras bambalinas de Berlín, interpretaban entre líneas las verdaderas intenciones. Marceline tomó uno de los periódicos más antiguos y Berlín se sentó a su lado para guiarla en la interpretación real del titular.

“Kaboom: La reina hace estallar una noticia muy sucia y se queda sin niñeras. No asistirá a Krim para el bautismo del príncipe Frederick”

“Un amante menos en la lista. ¿Será que un caballero de brillante armadura no es suficiente para la reina?”

“Trivia: Está bien cortarle la mano a un espadachín mentiroso. Descubre la respuesta el sábado”

Los titulares leídos demostraban con una burla ponzoñosa a los acontecimientos recientes, salvo por el sutil detalle que eran periódicos de hace cuatro años atrás y al estar mezclados con noticias de aquel entonces, pasaban desapercibidos. Marceline y August ahora miraban con curiosidad a Berlín. Prácticamente les estaba dando a entender que no todo lo que publicaba en sus periódicos eran patrañas, por el contrario, eran profecías con un tinte espeluznante.

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