El abuelo

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Mamá y la abuela están tristes, puedo verlas desde mi habitación, sentadas en el sofá verde que ocupa la mitad de la sala y que necesita remiendo. Están tomadas de las manos y sé que se esfuerzan para no llorar. Por mí. Porque no quieren ponerme nerviosa.

Ayer volvieron tarde del hospital. Cabizbajas. Con la mirada turbia de los condenados. Desde entonces no han querido hablarme del abuelo.

Al abuelo tuvieron que llevarlo a urgencias hace un par de días.

No es nada grave —dijo mi madre— verás que rápido está de regreso.

Pero presiento que ya no volveré a verle sentado en su sillón favorito leyendo el diario, ni horneando galletas en la cocina mientras tararea alguna cancioncilla. Se ha ido aunque no puedo entender cómo ni porqué.

Salgo de mi habitación y voy a sentarme junto a la abuela. Le tomo la otra mano. Me abraza y nos quedamos las tres en silencio, quizás pensando en cómo serán las cosas ahora que no está.


"Los gatos no van al cielo" & otros cuentos Where stories live. Discover now