LILAS

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Asustado siguió por el pasadizo hasta que sus ojos ardieron por la repentina luz, se detuvo respirando con pesadez mientras sus sentidos trataban de reconocer su entorno

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Asustado siguió por el pasadizo hasta que sus ojos ardieron por la repentina luz, se detuvo respirando con pesadez mientras sus sentidos trataban de reconocer su entorno. Miró alrededor y un verde precioso lo saludó, las copas de los árboles se extendían desde el suelo hasta terminar en el aire donde los pájaros se posaban sobre sus ramas para cantar alegres.

Se atrevió a dar unos cuantos pasos, más por el miedo de que lo siguieran que por gusto propio. Un dolor punzante se alojó en su vientre y aunque sus piernas temblaron simplemente apretó los dientes mientras daba pasos hasta salir de entre las raíces de aquel enorme árbol.

Todo parecía ser exactamente igual, no sabía que dirección tomar y estaba confundido, ese guardia le había dicho que tenía que seguir hasta el norte pero su lobo parecía estar demasiado débil para ayudarle a ubicarse y el sentía como la fiebre comenzaba a subir causando que su cabello se pegara a su frente con dolor.

Era la primera vez que el celo llegaba de manera tan abrumadora, era como si los días del cambio como le llaman a los días previos del celo donde el cuerpo del omega se preparaban para poder recibir a su Alfa y procrear se hubieran pasado en un segundo, dejándolo adolorido, mareado y sobre todo ansioso por sentir el olor reconfortante de su hermano.

Avanzó por el camino sin saber con certeza a dónde iba, sus pies estaban en modo automático y lo único que podría hace era alejarse de ese árbol.

No podía dejarse caer a llorar, aún si sentía el sudor frío bajar por su rostro, su corazón estaba palpitando con fuerza. Había demasiadas cosas que le molestaban, no sólo su estado físico también el mental estaba deteriorado después de todos los tés que le habían obligado a tomar en aquel horrible palacio, no podría recordar nada más que los sucesos antes de conocer al soberano, después todo eran fragmentos dispersos.

---Vamos, piensa, piensa---Se dijo a sí mismo, era una imprudencia seguir caminando sin rumbo fijo, sus pies dolían después de un tiempo y comenzaba a sentir la boca seca.

La noche estaba cayendo, los colores cálidos comenzaban a filtrarse por las ramas de los árboles y el príncipe no pudo continuar cuando en un descuido pisó terreno irregular y cayó al suelo.

Sus manos ardieron por la fricción, el dolor se entendió hasta sus rodillas y la corona de diamantes cristalinos resbaló hasta quedar a unos pasos de su cara.

No tuvo fuerza para levantarse así que decidió quedarse recostado sobre la tierra fresca, mirando la hierva que crecía al rededor. El ruido del bosque estaba ahí, pero lo único que podía escuchar era un zumbido enorme.

Estaba enojado, él no era ningún esclavo y el rey Mean no tenía ningún derecho a alejarlo de su hogar.

Estaba perdido y adolorido.
Necesitaba a su hermano, pensó cuando su vista comenzó a nublar se.

---Eres un Principe de la dinastía Rathavit, tú no necesitas a nadie.

El príncipe abrió los ojos sorprendido al escuchar al Rey Gong, sus ojos se encontraron segundos después y el joven noble sintió sus ojos picar al verle ahí, mirarlo cariño aún si sus facciones lucían serias. Su traje bordado en oro hacia juego su corona dorada, los anillos de diamantes en sus manos brillaban con el sol.

IMPERIO:2WISH Where stories live. Discover now