LAZOS

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La existencia misma estaba unida por los lazos del destino, ninguna persona está libre de las ataduras que surgen de entre los recuerdos de sus ante pasados, nadie puede escapar de su propia suerte

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La existencia misma estaba unida por los lazos del destino, ninguna persona está libre de las ataduras que surgen de entre los recuerdos de sus ante pasados, nadie puede escapar de su propia suerte.

Ni los inocentes, ni los justos.
Mucho menos aquellos a quienes se les había quitado todo mucho antes de nacer.

O  eso pensaba Jumpol cada vez que se recordaba acariciando el estómago de una Omega durante los días de corte de trigo donde tenían que pasar largas horas bajo el sol para poder cumplir con la cuota del rey zanook.

Él tenía escasos siete años pero aún así sus pies ya estaban hinchados por ir y venir a través del campo entre piedras con un cantaro de agua que apenas y podía soportar por su bajo peso.

---Ve más tarde a mi casa, voy a arreglar tu camisa cariño---Le dijo la mujer arreglando un poco la vestimenta del niño, acarició un poco sus cabellos antes de seguir anudando los rollos de trigo que después con enorme esfuerzo por su estómago muy abultado llevó hasta donde el encargado los juntaba.

Ella no era su tía de sangre, era sólo una mujer que lo había acompañado después de la muerte de sus padres. Y su  olor era lo único familiar que tenía. Él era tan solo un pequeño alfa huérfano que sería un esclavo hasta que muriera.

Sus padres habían dejado de existir y Jumpol no los había conocido del todo,  ellos eran al igual que él un par de esclavos, no sabía que crimen habían cometido, solo sabía que tres generaciones de su familia habían sido condenados a sufrir hambre y frío.

Esa era su vida, siete años y su rutina comenzaba muy de mañana, iba por agua para los adultos que si podían trabajar y les llevaba un poco de agua para aguantar el sol del día, a veces también cargaba sacos de trigo hasta las carretas para después temblar en fiebre por el esfuerzo y el desgaste que eso significaba para su cuerpo.

Después de largas jornadas de trabajo lo único que recibía era un trozo de pan, seco y tan duro que tardaba una hora en comerlo del todo aún si era muy pequeño para un niño de su edad. Su vida no tenía un motivo, ni un propósito.

En ocasiones le rezaba a la madre luna para morir.

Hasta que una noche de invierno frío la mujer que siempre le ayudaba había caído enferma, se preocupó por ella era pequeño pero sabía que ella no era gorda simplemente tenía un bebé en el estómago. Por lo que cuando no la vio después del tercer día en el campo decidió ir a verla, recordó cuando él no había podido trabajar, como no había hecho su parte no había recibido su ración de pan y había llorado toda la noche por el hambre, ella se había acercado por la noche a compartir su ración y su cariño.

Así que esa noche de luna llena recorrió el patio que separaba a los alfas de omegas y la busco entre las casas, hasta que la encontró sentada adentro, recargada en una pared. No era la primera vez que estaba ahí, ella le ayudaba a reparar sus prendas sucias, le cortaba el cabello y le curaba cuando se hacia una herida. Sin embargo está vez no estaba sola, había un pequeño bebé entre sus brazos envuelto en una manta vieja.

---Es muy bonito---Dijo al fin Jumpol cuando se acercó por curiosidad, ella sonrió y retiró un poco más la manta para que pudiera ver aún más al bebé cachetón.

---Su nombre es Gun Attanapan,¿Le cuidaras cuando yo no esté?.---El pequeño asintió feliz junto en el momento que el bebé tomaba su mano. Aunque no entendía por qué la petición de la Omega.

Tampoco entendió el porque al pasar los días los demás en ese campo de trabajo parecían más felices, murmuraban acerca del recién nacido con esperanza e ilusión. No fue hasta que tenía más edad que lo comprendió.

El viento soplaba y el sol estaba en lo alto, regresaban de cumplir sus horas de trabajo,para ese entonces ya tenía doce años y había crecido mucho, ya no llevaba el agua a sus compañeros y en su lugar se encargaba de trepar a la cima de los árboles frutales de las peras que tanto le gustaban según corrían los chismes a la esposa del rey.
Y de dónde podía escuchar todo.

---Solo necesitamos tener paciencia, el príncipe Gun está creciendo rápido, pronto cumplirá cinco años entonces veremos la forma de sacarlo de aquí--- Dijo un alfa a otro mientras se cargaba otra cesta de frutos verdes.

---El será quien nos devuelva nuestro reino y se enfrente a esos invasores de los Phiravich.

Recordó eso todo el día y aunque no lo comentó con nadie más supo que tenía que permanecer junto a Gun, tenía que cuidarlo porqué la forma en la que brillaban los ojos de esos alfas solo significaba que ellos decían la verdad.

Los días eran largos y difíciles pero si tenía porque luchar todo se haría menos doloroso. Al bajar el sol una vez terminada su cuota de trabajo regreso a su pequeña choza, apenas con luz suficiente para ver el pequeño niño dormido en su cama.

Gun ya tenía siete años y al igual que él era huérfano pues la fiebre se había llevado a la dulce Omega que había Sido su madre. Lo observó con atención.

Tenía las mejillas gorditas a pesar de que no comía mucho y el cabello negro como la noche.

Jumpol frunció el ceño y se preguntó cómo Gun podría ayudarlos a luchar contra sus captores. Solo esperaba que fuera un alfa fuerte y mientras tanto el cuidaría de él aún más.

Los años pasaron y cada persona puso algo en la educación del chico Gun.
Le habían enseñado a leer y a escribir, sabía hablar diferentes lenguas, podía recordar la historia de su pueblo y también la de los phiravich.

Había crecido sabiendo que era el último hijo de la dinastía Attanapan. Y también cada una de las historias que entre ellos fluían cómo ríos de conocimiento.

Hasta que la primavera de sus quince años llegó y su olor no fue fuerte si no dulce. Si bien su rostro era reflejo de su naturaleza de Omega muchos habían esperado que su último rey sin corona fuera un líder alfa más no estuvieron decepcionados del joven que lejos de pensar solo en cachorros, ya planeaba cosas mayores junto a su inseparable amigo Junpol.

---Tenemos que ser cautelosos, no pueden darse cuenta de que planeamos escapar o nos matarán a todos---Dijo el joven Attanapan mirando a su pequeño consejo, eran alfas de edad adulta, que habían Sido líderes y guardaban más conocimiento que él.

---Su majestad tiene la razón, es por eso que comenzamos a organizarnos, tenemos planeado que cincuenta alfas sean los primeros en cruzar el río al anochecer y perderse en el bosque, y si usted lo cree conveniente otro grupo igual de númeroso lo hará durante la segunda luna. De esa manera podrán preparar el camino para cuando usted parta.

Jumpol que estaba ahí lo miró, era una apuesta complicada pues los que los mantenían cautivos eran fuertes, estaban armados con espadas y estaba tan corrompidos que no les molestaría matarlos. Eso sin contar que se darían cuenta de que los esclavos comenzaban a ser menos.

Por si parte Gun miro a su fiel compañero, quien de inmediato noto ese brillo que solo poseía el Omega en los ojos.

---No,no vamos a escapar como si fuéramos alimañas---Dijo al fin mirando a cada uno en su concejo.---Vamos a tomar cada espada empuñada por un soldado Phiravich y haremos que su rey sepa que no ha terminado con los Attanapan.

---Pero mi señor, eso sería más arriesgado, podríamos morir todos---Solto el alfa más joven, más sus palabras no tuvieron peso.

---Pues si hemos de morir que sea por nuestra voluntad, y no por unas cadenas.
Y si se derramará sangre será la de ellos, no la nuestra.















































Ha pasado un tiempo, es bueno saber que al final de todo, siempre hay inmensos caminos que recordar en las memorias.


















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⏰ Última actualización: Apr 09, 2023 ⏰

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