Vacío

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Senku se despertó con una sonrisa relajada al sentir unos cálidos brazos envueltos a su alrededor.

Rápidamente se volteó, pasando sus manos por la suave piel desnuda de su acompañante hasta que ella abrió los ojos y rápidamente se lanzó a besarlo.

A pesar de que no tenían nada más que las sábanas cubriéndolos, el beso fue inocente y casi dulce, pero aún así largo e intenso para ambos. Era un simple beso de buenos días.

Se alejaron luego de un tiempo, y él pronto comenzó a pasar sus manos por su cabello.

—¿Ya debes irte, verdad?

—Sabes que sí. —Él gruñó, enterrando el rostro en su hombro.

—Por favor, leona… Esto es ridículo. No tienes porqué irte…

—Yo no… pero tú debes despertar, Senku.

—¿Qué?

—Despierta.

—¡Despierta! —Unos insistentes golpes en la puerta hicieron a Senku levantar la cara de la almohada con pesadez—. ¡¿Qué hora crees que es, papá?! ¡Ya voy a irme a la escuela y tú sigues durmiendo! ¡Ja, si no fueras el jefe en tu trabajo seguro que ya te habrían despedido! —Siguió golpeando la puerta con ganas.

Senku luchó por levantarse, gruñendo por el dolor de la resaca.

Apenas toleraba el vino, no debería haberse bebido entera esa botella de whisky especialmente fuerte que le dio el bastardo de Ryusui.

—¡Lo siento, lo siento! —exclamó desganado, frotando sus ojos—. ¿Quieres que te lleve a la escuela?

—¡Nop! ¡El abuelo me está esperando afuera para acompañarme! ¡Solo quería asegurarme de que siguieras respirando!

—¡Qué considerada! —Rió entre dientes—. ¡Muy bien, ve! Yo iré a recogerte al menos.

—¡Muy bien! —Oyó sus pasos alejarse, aunque luego volvieron—. ¡Te dejé un té de limón y tostadas en la mesa! ¡Desayuna antes de ir a trabajar o te desmayaras a medio camino con una seguridad de diez billones por ciento! —Sin más que decir se marchó corriendo.

Senku sonrió suavemente, antes de ponerse en pie y dirigirse al baño para darse una ducha.

Antes de salir de la habitación, miró hacia atrás, hacia su cama. No se sorprendió al encontrar el otro lado de la cama vacío, pero de todas formas algo en él se estremeció dolorosamente.

Después de más de un año y medio, aún no se acostumbraba a despertar solo.

Qué ridículo.

Bufó, antes de seguir su camino.

Afortunadamente el desayuno que le preparó su hija (aunque las tostadas estaban quemadas) le quitó el malhumor y pudo ir con una sonrisa a su trabajo.

El malhumor le volvió al tener que lidiar con Maiko, y ni siquiera el que Hinaki la espantará logró quitarle la amargura.

Maiko era brillante, y no solía ser tan molesta, pero desde hace un año y medio que empezó a hacer comentarios que siempre lograban arruinarle el día.

You Lost MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora