Okinawa

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Senku no podía creer lo que sus ojos veían.

Era una niñita idéntica a Kohaku, pero también muy parecida a él. Innegablemente parecida a ambos. Innegablemente su hija.

Y era una bebé. Debía tener unos tres años. Su edad cuadraba, por si le quedaba alguna duda, aunque claro que no era tan idiota como para no ver lo obvio.

Era su bebé. Tenía otra hija…

Shizuku.

Estaba arrodillado abrazándola, porque su bebé sabía que él era su padre y parecía contenta con la idea, así que aprovechó y se puso en pie cargándola en sus brazos, con más esfuerzo del que le gustaría admitir.

Había pasado tiempo desde que su Tsukiku había crecido, así que estaba completamente desacostumbrado a cargar niños. Además, aunque odiara admitirlo, ya estaba bastante viejo.

Tomó aire y la cargó dejándolos cara a cara, incapaz de dejar de mirarla aún sin poder creerlo mientras ella se reía emocionada, saludando a todos a su alrededor como si los conociera de toda la vida.

Miró a Kohaku, pero ella solo miraba a Shizuku, secándose los ojos de vez en cuando.

Tenía diez billones de preguntas para ella, pero antes de que pudiera pensar en qué preguntar primero sintió una vez más las diminutas manos de su hija menor en su rostro.

—¿Jugar? —preguntó ella emocionada, con ojos brillantes.

En serio, ¿cómo demonios algo tan lindo podía cargar con la mitad de su ADN? Siempre se lo preguntó al ver a Tsukiku y ahora la pregunta volvía con toda su fuerza.

—Por supuesto. —La bajó y volvió a acariciar su cabello ondulado—. ¿Qué te gusta jugar?

—¡Todo! —Alzó los brazos con una gran sonrisa.

Senku rió suavemente, volviendo a revolver su caballo.

—Temó que tendrás que ser más específica, princesa.

—¿Qué ed epifica? —Ladeó la cabeza.

—Lo que quiero decir es que necesito que me digas un par de cosas que te gustan para poder elegir qué jugar.

—¡Oh! —Se llevó las manos a las mejillas, sorprendida—. ¡Me gudta jugar a correr! ¡Atrapadad! ¡Econdidad! ¡Chaltar la cuerda! ¡Y trepar árbol! —Brincó en su sitio, luciendo más y más emocionada por cada juego que decía.

Juegos que requerían mucho esfuerzo físico…

—Vaya… parece que tenemos otra pequeña leoncita aquí. —Rió nerviosamente mientras volvía a revolverle el cabello—. ¿No hay otra cosa que te guste hacer? ¿Algo que puedas jugar en casa? —Y sin romper su espalda, preferiblemente.

—¡Oh! ¡Debed conocher mid muñecod! —Brincó otra vez, aún más emocionada, antes de tomarlo de la mano y arrastrarlo escaleras arribas.

Él la siguió como pudo, un poco encorvado por ser ella tan pequeñita.

Miró de reojo a Kohaku y Tsukiku mientras se iba, viendo que ambas parecían sorprendidas, quizás porque no habían esperado que las cosas fueran por ese camino. Pero Senku se dijo que ya habría tiempo para tratar con ellas luego y volvió la vista a Shizuku.

You Lost Meحيث تعيش القصص. اكتشف الآن