La única verdad que no puedo callar

179 19 22
                                    

En aquel momento dejé de lado absolutamente todo. Quién era yo, qué hacía con ella, lo que representaba para mi y hasta las circusntancias que me llevaron a verme reducido a un cerebro dentro de una probeta. Sus manos dejaron mi mente en blanco o no, peor, la llenaron de una sensación que había aborrecido: Esperanza.

Si, no cabía la menor duda de que la estaba sintiendo, pero mis pensamientos se adelantaban al porvenir y me ponían ansioso. ¿Qué pensaría Mia cuando se enterase de mis planes? Que necesitaba provocarle a Leslie Withers una muerte clínica para asi poder robarle el cuerpo. Después de todo era el único con el que pude generar una sincronía absoluta.

Y eso no era todo. ¿De qué manera iba a reaccionar al saber que estaba dentro de mi cabeza ahora mismo? Nadie le explicó qué era STEM porque no quise que andase por ahí con los demás. La alejé de Sebastian, de Joseph, de los atormentados e incluso de Marcelo. Que, de hecho, murió porque así lo dispuse.

Intenté tomar aire y olvidar por un instante todo eso. Seguía con los ojos cerrados, sentado sobre la roca que rodeaba la fuente de mi casa, con la muchacha consolándome. Sus pulgares recogían mis lágrimas al mismo tiempo que me acariciaba.

Había anhelado un acercamiento sejemante desde que la conocí mejor y descubrí, no sin cierta sorpresa, que me atraía de una forma sin igual. No solo era bonita y buena, sino también se jactaba de unos valores que chocaban de forma contundente con los míos. Aún así... ¿Cómo era posible que no me considerase un enemigo?

Sin saber muy bien que hacía, me puse en pie y la estreché, hundiendo el rostro en su cuello. Olía fenomenal y cabía a la perfección entre mis brazos.

Es verdad que noté que vacilaba al corresponderme, más lo hizo y yo lo agradecí rodeándola con mayor fuerza. Sus dedos viajaron por encima de mi cintura, en la parte de los riñones, y me hicieron estremecer. ¿Acaso sabía dónde debía tocar? Porque parecía afanada en procurarme mimos sobre las pocas zonas de mi cuerpo que quedaron sin quemarse.

-Quedate conmigo.- Le pedí.

Su cabello me encantaba. No lucía tan negro como el de Laura, pero se me antojaba igual de fascinante.

-Me da miedo.- Respondió ella y supe que estaba siendo sincera. Era lógico. Solo la torturé.

Aguardé hasta que los restos de lágrimas se evaporaron de mis mejillas. Luego me separé con cuidado y atrapé su cara de la misma forma que Mia había hecho conmigo antes. Incluso apegué mi frente a la suya.

-Nadie va a ponerte la mano encima mientras yo esté aquí.- Sentencié, repuesto.- No van a tocarte un solo pelo de la cabeza.

Dicho aquello, la guié de vuelta a la mansión.

A pesar de que la violinista sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo, al menos de cierta manera, aceptó la ayuda de Ruvik y se fue con él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A pesar de que la violinista sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo, al menos de cierta manera, aceptó la ayuda de Ruvik y se fue con él. Ambos no tardaron en atravesar el jardín y meterse dentro de la finca de los Victoriano.

No te metas conmigo [Ruvik - The Evil Within]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora