Capítulo 6. Magia Oscura.

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Ouwel Griftón

Siempre había pensado que estaba predestinado a cosas grandes. Se consideraba un hombre orgulloso y ambicioso, hasta tal punto que a veces se preguntaba si sería una mala persona. A pesar de lo mucho que odiaba a los brujos, y de las muertes que habían provocado, veía conveniente aquella catástrofe: como la oportunidad perfecta para ascender si hacía las cosas bien. Pero no importaba cuantos logros había conseguido, siempre le parecían insuficientes. Desde muy joven veía a la Hermandad de los Curanderos como la hermandad más justa, más grande y mejor organizada, pero últimamente había muchas cosas que anhelaba cambiar en ella.

La Hermandad de los Curanderos se dividía en cinco facciones: La primera de ellas era la Orden de Cuidado que se encargaban de residir en las ciudades y pueblos para velar por la seguridad de la población común. La segunda era la Orden Académica, cuya función era entrenar y formar a los niños curanderos durante su crecimiento. La tercera era la Orden de Guarda, la cual se encargaban de la confrontación directa contra los brujos o cualquier prodigio que violara el Tratado de Jumbría. La cuarta facción era a la que él pertenecía: La Orden de Exploración. Esta era su preferida, ya que podía aventurarse por el mundo en busca de información que representara alguna amenaza para la paz del continente. La quinta y última facción era la Orden Concejal cuya función era velar por los principios y leyes de la hermandad, la administración de la misma, y de mantener el perfecto funcionamiento de todas las facciones, así como la armonía entre todas ellas.

A pesar de amar a la facción a la que pertenecía, donde pudo ascender hasta convertirse en capitán, le indignaba el poco reconocimiento y financiamiento que recibían. Por esto esperaba hacerse con un cargo importante en la Orden de Guarda, quizás allí podría llevar a cabo su tan anhelada venganza, porque jamás le perdonaría a los brujos haberle arrebatado a la mujer que amaba.

Alice era una joven curandera que conoció a los a los 20 años de edad y que fue su compañera seis años después. El amor por aquella mujer le costó la amistad con su hermano gemelo Edward Griftón, quien también se había enamorado de ella. La relación con su hermano se tornó irremediable cuando en una expedición en la ciudad de Gerión (ciudad capital de la provincia de Ástergon), muy cercana a las montañas de Garcún, él y los suyos, entre ellos su amada Alice, fueron emboscados siendo el único sobreviviente de aquel ataque. Cuando Edward se enteró de lo sucedido, lo culpó inmediatamente.

—¿Cree que sea prudente Señor? —preguntó Sasha durante el camino a la casa de Ingret. Habían interrogado a los sobrevivientes de la posada de Thomas y tras enterarse del encuentro que tuvieron con la anciana bruja, decidieron ir a investigar a su casa cualquier cosa que pudiera resultar interesante.

—¿Perdón? —Ouwel no había escuchado la pregunta porque estaba sumergido en los recuerdos.

—Me pregunto si será correcto dejar a Darline y a Gabber al cuidado de los Cásterot y los heridos: Esos dos nunca se llevan bien.

—Estarán bien: No es la primera vez que trabajan juntos.

—Y tampoco será la primera vez que mediarás un caos entre esos dos—intervino Oto con tono jovial y todos comenzaron a reír.

—Con caos o no terminan logrando el cometido que se les otorga —explicó Ouwel un tanto divertido—. Además, no les he dado una misión altamente peligrosa, y ellos deben aprender a llevarse bien.

Darline y Gabber eran los miembros más jóvenes de su grupo de exploración. Gabber tenía veintidós años y aunque poseía una habilidad extraordinaria con el arco y la flecha por lo que le era de mucha utilidad, por otro lado su temperamento rebelde le creaba a Ouwel muchos problemas. En cambio, su amigo Oto siempre disfrutaba sacarlo de sus cabales.

Ofradía y la Niebla MalditaWhere stories live. Discover now