Capítulo 18.

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Vayamos de viaje.

1 de Octubre de 2019.

Era muy temprano por la mañana, estábamos en el centro de natación esperando a que llegara nuestro camión para ir a las competencias con los mocosos.

Ayer había sido el cumpleaños de mis primas por lo que hubo fiesta en la casa y terminé durmiendo hasta tarde.

Los niños estaban gritando y jugando, no entiendo como algunos pueden tener energía tan temprano.

—Buenos días, Iván—Bianca se acercó con su mochila y una gran sonrisa.

—¿Quién es tan feliz a las 7 de la mañana?

—Regrésame los buenos días.

—Creo que estás de muy buen humor y eso da miedo—me miró mal y creo que estaba a punto de arruinar su buen estado así que hice a un lado mi mal genio—. Buenos días, Bia.

—Así está mejor.

—¿Por qué tan de buenas?

—Nunca he salido de la ciudad, nunca he ido a excursiones escolares y creo que esto es lo más parecido—sonrió y estuve a punto de hacerlo yo también.

El autobús llegó y los niños comenzaron a subir, al último quedamos Bianca y yo y no sabía lo mucho que esperaba que se quisiera sentar conmigo hasta que me lo propuso.

—Pido el lado de la ventana—dijo caminando hacia la parte de en medio todavía sonriente.

La seguí y cuando llegué Gilberto apareció.

—¿Me dejas el asiento, Iván? Tengo que ver unas cosas del hotel con Bia—no me dejó contestar el muy idiota porque ya se había sentado.

Así que resignado me fui a la parte de atrás del autobús a sentarme solo y rodeado de gritos de niños. Todos iban jugando y saltando en los asientos, mi cabeza empezaba a doler por el desvelo así que me puse audífonos e intenté dormir hasta que los mocosos se callaron y la mayoría se fue quedando dormido. Yo de verdad quería irme con Bianca, ha sido difícil aceptar mis sentimientos hacia ella y es difícil aceptar que quiero pasar tiempo con ella, pero lo hago y el idiota de Gil solo se interpone en eso. Creo que era más fácil pretender que solo me agradaba.

Tenía los ojos cerrados y mi cabeza recargada contra la ventana, pude sentir como alguien se acomodaba a mi lado, estaba listo para correr a esa persona cuando me di cuenta que era Bianca.

—¿Que...?

—Gilberto estaba roncando así que me escabullí y vine hasta aquí, quiero dormir—dijo acomodando el asiento y yo me quité los audífonos.

Se acomodó en el asiento y cerró sus ojos así que yo regresé mi vista hacia la ventana y después de media hora sentí como su mano caía a lado de la mía. De hecho su dedo meñique estaba sobre el mío y no sabía lo mucho que me podía agradar ese simple roce, ella parecía completamente dormida pero su posición no se veía muy cómoda, pase mi mano frente su cara varias veces para ver si seguía despierta y nada, así que sin pensarlo mucho hice algo que espero que no se de cuenta.

La jalé un poco de su suéter a manera de que quedara recargada con mi hombro, de esa manera estará más cómoda, luego yo me acomodé para dormir un poco sin molestarla tanto. Espero nunca nadie se entere de esto.

El Segundo IdiotaWhere stories live. Discover now