Capítulo 29.

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Bianca.

15 de Noviembre de 2019.

Nunca me imagine que algún día llegaría una persona a la que le quisiera confiar lo que ha pasado en mi vida.

Siempre he sido reservada con ese tema, no me gusta contarlo porque siento que la gente me tendrá lástima, además de que no me gusta ser el centro de atención ni por cinco minutos.

Pero había decidido contárselo a Iván. De hecho era algo que quería decirle desde que me quedé por primera vez en su casa, pero me daba miedo que empezara a verme como la niña indefensa de diez años que tuvo que aprender como se hacía una desintoxicación y no quería eso. Solo pude contárselo cuando comprendí que él no se iría de mi lado, ya sea como amigo o algo más.

Él no cambió su perspectiva sobre mí y me alegro mucho por eso, de verdad que en este punto de mi vida no sé que haría si se fuera.

Me gusta, me gusta su compañía y me gusta que haya irrumpido en mi monótona y aburrida vida.

Antes solo me preocupaba por trabajar y estudiar. Mi modo de escape eran las clases de natación, era la única manera de despejar mi mente, al menos lo fue hasta que llegó Iván, y aunque en un principio me negaba a estar con él porque era lo que Ana quería, no pude evitarlo. Me atrapó totalmente.

Y ahora, quien pensaría que estaría en mi cama. Y hablo de mi verdadera cama, la de la casa de mi madre, en el ático que me aterraba pero que con su compañía, ya no parecía tan terrorífico. De hecho aunque odiara este ático, también le tenía aprecio, había tratado de hacer este lugar agradable y cuando conseguí mi primer empleo compré cosas para que no me pesara tanto volver a casa.

Había tenido que venir a ver a mi madre ya que este es el periodo de desintoxicación más largo que haya tenido y él se ofreció a ayudarme. Me negué pero es terco así que me siguió hasta aquí y me ayudo a cuidar a mamá.

Apenas estaba regresando a estar consciente, había dormido mucho pero al menos ya casi sacaba toda la droga de su sistema. Podía decir que estaba un 95% sobria.

Era un poco tarde cuando terminamos de escombrar el desastre que era la casa así que se quedó a dormir. No tuve que insistirle mucho claramente.

Ahora él seguía durmiendo mientras que yo comenzaba a buscar mi ropa para cambiarme el pijama.

—¿Cómo porqué ya saliste de la cama?—dijo algo adormilado.

—Porque es de día.

—¿Y?

—No podemos estar aquí todo el día.

—No tienes clases ni trabajo, no le veo problema a dormir un rato más.

A pesar de que es viernes, solo estoy yendo a la escuela a exámenes finales y no he ido a mis trabajos extra por estudiar para el examen de admisión a la universidad. Aún no me registraba pero el examen sería a finales de diciembre, antes de las fiestas decembrinas, así que digamos que estoy a tiempo para decidir.

—Pero tengo hambre.

Me acerqué para alcanzar mis zapatos y el me jaló por el hombro haciéndome caer en la cama.

El Segundo IdiotaWhere stories live. Discover now