Capítulo 23.

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Seamos cómplices.

28 de Octubre de 2019.

Hoy había sido un día muy pesado en el entrenamiento con los niños. Bianca y yo estábamos caminando desanimadamente a la entrada.

—¿No han llegado por ti?—le pregunté.

Por lo general cuando vamos llegando veo el auto de Ana y nos separamos, pero el estacionamiento estaba vacío.

—Nop, hoy no vendrá nadie por mí. Esperaré un taxi.

—¿Quieres que Lia y yo te llevemos?

—No, gracias.

Ella ha estado un poco a la defensiva conmigo desde que la había evitado, a veces como que se acordaba de eso y se enojaba de la nada.

—¿Quieres que te acompañe?—ella me miró con una sonrisa divertida—. No es por lo que piensas, sé que hasta los taxis son peligrosos.

—Claro, te creo.

—¿Entonces?

—No, estaré bien.

—Comienzo a creer que no quieres que sepa donde vives.

—Qué comes que adivinas.

—¿Por qué no puedo saber esa información?

—No es necesario saberlo—se encogió de hombros

—Solo quiero saber donde vives, no es nada malo.

—¿Para qué? ¿Me mandaras flores?

Ni siquiera yo sé porque quiero saberlo, no es porque quiera visitarla o cosas así... o tal vez sí pero omitiremos que quiero eso.

—Quisieras que te mandara flores.

—No me gustan las flores.

—Bueno. Solo dime donde vives, u otro dato sobre tu misteriosa vida.

—Mmm, vivo en una casa.

—Qué graciosa, Bia.

—Cómo sea, ya me voy antes de que sea más noche.

No me dejó decir nada y se fue, definitivamente sigue enojada conmigo.

29 de Octubre de 2019.

El tener respuestas a medias sobre la vida de Bia era algo que me había inquietado mucho. Sobre todo porque ella sí sabía todo de mí, o al menos lo más importante. Conocía a casi todos los miembros de mi familia y había convivido con ellos, sabía de todos los problemas que me había metido en la escuela y conocía casi todos mis gustos a la perfección.

Yo solo sé que es rubia, le da miedo la oscuridad y al parecer tiene dos hermanos. Y digo al parecer porque no sé si tenga más.

Necesito saber más de ella, quiero conocerla y quiero que deje de estar enojada conmigo por evitarla, por eso haré algo para saber al menos donde vive y de paso la haré reír un rato. Tal vez en el proceso termine con un golpe pero valdrá la pena.

Pero no puedo hacer esto solo, necesito cómplices y Luis es mi cómplice número uno.

—Necesito que me hagas un favor.

—Ahora no, estoy ocupado.

—Ni siquiera te he dicho que necesito.

—Solo me hablas cuando necesitas mi auto, así que supongo que quieres ocuparlo ahora—me miró fastidiado.

El Segundo IdiotaWhere stories live. Discover now