•Amellie Black Lestrange•
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-Eres una chica tan etérea,Black- susurró el pelirrojo para acomodar su cabello -,me vuelves loco-
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Todos los derechos de los personajes pertenecen a J.K. Rowling, excepto algunos añadidos por mi.
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Y allí estaba, mirándose en el espejo. Se sentía tan mal consigo misma... ¿Saben esa sensación de no sentirte segura cuando estás con gente? ¿De no sentirte suficiente? Pues eso era parte de lo que le pasaba a Amellie.
Se miraba al espejo, con ese negro vestido pegado que alguna vez usó.. le quedaba demasiado apretado, y ahora no le gustaba como se veía. Se tocó la panza, intentando que de alguna manera desaparecieran los kilos que engordó estos últimos meses. Pero no se iban, seguían ahí, haciéndola sentir mal.
Amellie no se dio cuenta de que había alguien en la puerta hasta que aquella voz sonó.
—Estás preciosa.
Su mirada viajó hasta aquella blanca puerta, Remus estaba apoyando en el marco mientras veía con una tierna sonrisa a su ahijada.
La Black bajó la cabeza mientras agarraba más ropa de su armario.
—¿Irás a algún lado?— preguntó, entrando en la habitación —Tonks y yo queremos invitarte a cenar.
—¿A cenar?
—Sí— sonrió —, conocemos un buen restaurante cerca del pueblo— se cruzó de brazo —, nos gustaría que vinieras con nosotros... podemos invitar a Fred y George si quieres.
—Yo...— tragó fuerte al oír el nombre del primero —Me parece buen idea— sonrió.
—¿Sí?— Amellie asintió —Ponte ese vestido— su ahijada lo miró —... te queda asombroso.
—Gracias— sonrió levemente —, pero creo que me pondré otra cosa.
—Haz lo que quieras, cielo— caminó de nuevo hasta la puerta —... pero creo que ese vestido te queda fenomenal— murmuró mientras se iba de la habitación.
Una vez que Remus se fue... volvió a mirarse al espejo. Si ese vestido le hubiera quedado como lo hacía hace 7 meses... se lo habría puesto. Pero ahora no.
[...]
Una vez en el restaurante, los tres esperaban de pie a Fred y George, que casi llegaban.
—¿Seguro que van a venir?— preguntó Amellie, llevaba unos simples pantalones negros con una blusa del mismo color, pasando desapercibida, algo que no era propio de ella.
—Sí— habló Remus —, ellos me confirmaron.
—Bueno...
Siguieron esperando unos minutos más hasta que vieron a los dos pelirrojos caminar hacia ellos.
—Hola...— Fred saludó con una nerviosa sonrisa.
Amellie sonrió, intentando ser amable y George se acercó para dejar un beso en la mejilla de la azabache, luego hizo lo mismo con Tonks, hasta después saludar a Remus.
