Etérea || Fred Weasley smutfic | +18 ||

23: Mansión Yaxley

La chica sollozó al ver como su padre se echaba encima de Berny, pegándole en el rostro.

El pelirrojo se acercó para desatar a Amellie mientras Remus despetrificaba a Isaac.

—Hey...— Fred habló —¿estás bien?

Ella negó con la cabeza, una vez absuelta de las cuerdas, se levantó. Remus intentó separar a Sirius del Yaxley que había en el suelo, pero era imposible con la fuerza del azabache.

—¡Papá ya basta por favor!— gritó.

El Weasley allí presente, acarició la espalda de Amellie intentando tranquilizarla.

—¿Tú eres Fred?— Isaac preguntó.

—¿Y tú quien eres?— Fred frunció el ceño, ambos hablando como si Sirius no le estuviera dando una paliza a alguien.

—Isaac Goldstein— estrechó su mano.

—Sí, soy Fred Weasley— apretó la mano del ojiazul con fuerza.

—Oye, tranquilo...— Isaac quitó su mano —Que no soy yo el que va detrás de Amellie, no me rompas la mano.

Cuando ambos se quisieron dar cuenta, ahora era la
chica la que estaba encima de Berny Yaxley, haciendo lo que su padre estaba haciendo hace unos segundos.

—¡Eso es, Amellie!— exclamó Sirius —¡Dale en la nariz!

Remus agarró a Amellie de los brazos, separándola del pelinegro que tenía el rostro lleno de sangre.
La chica se acercó a Isaac, con los nudillos llenos de sangre.

—Tenemos que irnos ahora— suspiró recuperando el aire.

—¿Irnos?— Remus preguntó —¿Irnos dónde?

—Tengo— Amellie miró a los tres hombres que habían llegado hace unos minutos —... tengo que ir a Seattle— agarró la mano de Isaac y comenzó a caminar, pero se detuvo cuando escuchó una voz.

—Me quedaré aquí y llamaré a un auror para que se lleven a este demente— dijo Remus —, Sirius, tu vuelve al cuartel, no pueden verte— ordenó —Nos veremos a media noche en cuartel, Amellie, cuídate por favor.

La chica asintió y tiró del brazo del rubio otra vez para salir de la habitación, pero al caminar por el pasillo, una mano tiró de su brazo haciéndola girar.

—¿Para qué tienes que ir a Seattle?— Fred preguntó.

—No tengo tiempo para hablar ahora— intentó irse pero el pelirrojo no la soltaba.

—Explícame, quiero ayudarte.

—No— ella negó con la cabeza y caminó por el pasillo junto con el rubio.

—¿Por qué no dejas que nadie tu ayude? Lo hago por que me importas.

—¡Fuiste tú el que me dejaste plantada, ¿vale?!— exclamó —¡No necesito la ayuda de nadie!— exhaló —, y todo quedó claro— lo miró de arriba a abajo —... tú con lo tuyo, y yo con lo mío— siguió andando hasta salir de aquel hotel con el rubio.