•Amellie Black Lestrange•
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-Eres una chica tan etérea,Black- susurró el pelirrojo para acomodar su cabello -,me vuelves loco-
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Todos los derechos de los personajes pertenecen a J.K. Rowling, excepto algunos añadidos por mi.
(TW: Este capítulo puede contener temas sensibles para algunos lectores. Se menciona el acoso y abuso.)
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45 horas antes...
—No, ya te dije que no— Fred caminaba nervioso por la habitación—¡No quiero estar contigo! ¡No siento nada por ti!— exclamó enojado — ¿¡Por qué mierda tuviste que hacer eso!?
—Yo... creí que así podríamos estar bien... como alguna vez estuvimos— la morena bajó su cabeza
—¡¿Qué mierda, Angelina?!— volvió a gritar —¿¡Cómo vas a pensar que dándole amortentia a una persona vas a estar bien con ella?! ¿¡Cómo mierda crees!?
—¡Creí que enserio habías entablado sentimientos por mi!
—¿¡Cómo voy a entablar sentimientos por ti si me tenías bajo un puto hechizo!?
—¡Cálmate!— Angelina exclamó.
—Estás completamente loca— negó con la cabeza —, ¿te das cuenta de lo que hiciste?— se acercó con el rostro rojo por su enojo —Por tu culpa Amellie cree que sólo jugué con ella.
—Y así fue.
—¡Claro que no!— el pelirrojo ya estaba harto de la chica —¡Amellie me gusta!— exclamó sin pizca de vergüenza —Me gusta de verdad, maldita sea...— murmuró.
—¡No! Ella no te gusta— hizo un falso llanto que Fred no se creyó —... no puedes hacerme esto después de estos meses
—¿Hacerte qué? Fuiste tu la que me tuvo bajo en el efecto de una puta poción, yo no te hice nada— Fred caminó hacia la puerta —Vete de mi casa— ordenó pero ella no se movió —¡Ahora!
Angelina caminó hacia la puerta, lo miró unos segundos y habló. —Sólo déjame decirte algo...
—¿Qué?— respondió serio.
—Imperio— susurró, con la varita en su mano. El rostro de Fred cambió de serio a estar atento a lo que ella decía, con una sonrisa —, ¿me darías un último beso?
El pelirrojo se inclinó para estampar sus labios contra los de ella.
[...]
Actualidad.
—¿Viste eso?— Amellie susurró —, estate atento a ese camarero, Isaac.
El rubio se quitó las oscuras gafas de sol, mirando cada detalle de aquel bar. Ambos esperaban ver a Berny Yaxley allí, hacía meses que el hombre iba todos los miércoles sin falta a desayunar. Pero, hoy no había ni rastro de él porque ya era medio día y no había llegado.
—No va a aparecer, Am, vámonos— el ojiazul suspiró.
