•Cuarenta y døs•

2.6K 591 163
                                    

Las lágrimas que sus ojos vertían opacaban su campo de visión. Todo estaba oscuro y ya no sentía los golpes secos de sus zapatos corriendo sobre el pavimento, sino el ruido chirriante de hojas que los árboles caducifolios dejaban en los caminos estrechos en dirección a los bosques. Ya estaba muy lejos de la gran ciudad.

El silencio mortuorio que lo azotaba era tal, que podía escuchar incluso los latidos de su propio corazón bombeando con fiereza casi al compás de su respiración.

El llanto que no había cesado, le debilitaba las piernas pero por más que su cuerpo estuviese exhausto, no iba a detenerse, algo más lo impulsaba a continuar, su quebrantado espíritu, la decepción, el deseo ferviente de estar lo más lejos posible de aquel sector y de aquellos Alfas que tanto daño le habían causado y sobre todo, el rencor que como un volcán ardiente bramaba en su interior.

TaeHyung ignoraba todos los extraños sonidos que iba percibiendo del bosque, nunca antes había estado en aquel lugar.

Continuaba avanzando mientras esquivaba los carteles luminosos con todas las leyes y mandatos del gobierno. Algunos anunciaban el castigo que les esperaba a todos los rebeldes, como si aquellos carteles pudiesen persuadir a alguien a que diese media vuelta y regresara a su muerte segura. Era tan absurdo.

¿Cuántas víctimas habían pisado antes esos caminos? Todos con la esperanza de encontrar libertad. Dejando sus casas y tal vez sus familias con el fin de adentrarse a lo desconocido.

TaeHyung dejó su identificación para obligarse a ya no regresar, se conocía muy bien, estaba casi seguro que tras aflorar toda su tristeza, iba a comenzar a extrañar a HoSeok y no pensaría en otra cosa que regresar corriendo a sus brazos. Pues el lazo que tenía con él era demasiado fuerte.

Sí, TaeHyung desconfiaba incluso de sí mismo. Pero ahora sabía que si regresaba, lo iban a matar. Aquello tendría que ser razón suficiente como para ya no volver.

La tristeza que lo azoraba era tal, que no podía pensar en otra cosa. Siquiera en cómo sobrevivir en el medio del bosque, pues, no había llevado nada consigo. No tenía más que la ropa puesta y una tarjeta celeste antigua la cual no estaba registrada. Ahora TaeHyung no era nadie.

El Alfa avanzaba sabiendo que debía dirigirse al norte del bosque, aunque tampoco sabía a qué punto en específico. Nadie lo sabía.

El hecho de que existía una frontera al norte de Hala en la cual los Sanguinem ya no podían acercarse, no era más que un rumor.  Nadie sabía si aquello era verídico. Aun así, todos los rebeldes, huérfanos y Alfas que desobedecían las leyes, intentaba escapar hacia aquel lugar que les prometía una vida mejor.

¿Valía la pena confiar en un simple rumor? Lo valía si ello era su única escapatoria.

    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    

JungKook, quien lideraba la huida, corría velozmente entre la cruda vegetación que se tornaba cada vez más espesa e imposible de atravesar. Intentaba romper las ramas lo más de prisa posible y darle paso libre a YoonGi, quien venía corriendo notoriamente más alejado, este avanzaba a pasos torpes con Jimin de la mano, prácticamente lo venía empujando hacia adelante, pues el Omega estaba realmente exhausto.

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora