•Setenta y siete•

1.4K 240 243
                                    

—¿No deberían estar en el refugio? —continuó Sunoo a media voz, más allá de su latente curiosidad, no olvidaba que tampoco él debía estar merodeando por aquella zona.

JungKook lo observó en estado de alerta, por otro lado, TaeHyung siquiera aminoró su andar, continuó avanzando, algo de lo más sensato teniendo en cuenta que seguía lloviendo torrencialmente.

—¿Por qué nunca antes los he visto por aquí? ¿Llegaron de Nueva Corea? —insistió el menor, aún teniendo presente en su memoria el favor que HoSeok le había pedido.

El pelinegro vaciló un momento, no sabía qué responder, así que se limitó a darle la espalda y comenzar a ir tras TaeHyung.

—Yo conozco a alguien de Nueva Corea, llegó hace poco —continuó, no estaba dispuesto a rendirse. 

JungKook detuvo sus pasos por un momento.

—Se supone que todos aquí lo han hecho, ¿no es así? —razonó—, ahora, si me disculpas…

—Su nombre es HoSeok.

El contrario se quedó estático tras escuchar ese nombre, no supo cómo reaccionar, ¿podría tratarse de la misma persona? Acaso sería el… No, eso no podía ser posible, mejor dicho, no quería que lo fuese.

—¿Lo conoces? —preguntó Sunoo tras ver que el contrario había dejado de avanzar, aquello no era poca cosa, nadie se quedaría allí parado bajo la lluvia si no fuese por una razón importante.   

—No realmente… —expresó con una verdad a medias—, no, no lo conozco.

JungKook siguió su camino, esta vez a pasos lentos. Tras su espalda, el jovencito había dicho algo más, pero el pelinegro no fue capaz de escucharlo, continuó avanzando sin detenerse y se fue perdiendo entre la espesura del bosque.

Sunoo se lo quedó observando unos instantes y luego se refugió bajo el alero de una cabaña cercana.

Más allá de su corta edad era muy intuitivo, era evidente que aquel joven, conocía a HoSeok, al menos ese nombre no le había sido indiferente, pero, ¿qué razones tendría para fingir? Y tal vez, debido a su corta edad e inexperiencia, recién en ese momento pensó en lo inapropiado que había sido al exponer de esa forma a su huésped escondido, pues aún lo estaban buscando. Sí, siempre terminaba aflorando aquella personalidad suya, pues, a pesar de haber experimentado algo terrible, nunca perdía la esperanza en las personas.

Sunoo bostezó y a pesar de que ya era tarde, no estaba listo para regresar. Tal como solía hacer casi todas las noches, se dirigió hacia una de las entradas secretas del refugio y se infiltró en uno de los cuartitos donde almacenaban suministros médicos, allí, corrió una caja de los estantes y frente a sus ojos, apareció un agujero del tamaño de un ladrillo mediano en el que podía ver y escuchar todo lo que sucedía en la sala continua.

Tanto los Alfas del consejo, como su padre, estaban reunidos.

Desde allí veía a aquellos ancianos decrépitos con sus rostros amargados y labios fruncidos manteniendo una conversación poco civilizada en la que todos hablaban al mismo tiempo.

El líder de la aldea, estaba de brazos cruzados observándolos discutir, movía la cabeza de un lado a otro como si estuviese presenciando un muy aburrido partido de tenis y mantenía su labio fruncido en señal de desacuerdo.

Sunoo estaba seguro de que no discutían respecto al Sanguinem prófugo, así que ello lo tranquilizó, sin embargo, la discusión tomó rumbos interesantes, por lo cual decidió seguir escuchando un poco más.

Sunoo estaba seguro de que no discutían respecto al Sanguinem prófugo, así que ello lo tranquilizó, sin embargo, la discusión tomó rumbos interesantes, por lo cual decidió seguir escuchando un poco más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora