•Cincuenta y unø•

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HoSeok no dejaba de pensar en su madre, ¿qué pretexto podría ponerle para que abandonase el sector cuatro? Necesitaba encontrar una forma, algo que fuese lo suficientemente convincente como para que dejara su casa y que no regresase hasta que fuese seguro, en caso de que volviese a serlo algún día.

Mientras él se debatía en varias opciones, las cuales ninguna parecía convencerle, Seewon hablaba con su amigo Seong. Este era profesor de física en una de las tantas universidades del sector cuatro, y para suerte de muchos, estaba irrevocablemente en contra del gobierno. Él había alojado en su casa a muchísimos rebeldes, era un Alfa inteligente y se había ganado la confianza de varios funcionarios, un Alfa que donaba cada año gran parte de su fortuna a los laboratorios de ciencias, era un Alfa respetado, nadie desconfiaría jamás de él. Era perfecto como aliado.

Por ello, en cuanto se infiltraron en el sector cuatro, Seewon no había dudado en ir hasta su casa, sabía que sería seguro, al menos unas cuantas horas y eso era todo lo que necesitaba. Un lugar donde pudiese enviar un mensaje a todos los rebeldes ocultos, para que abandonasen discretamente el sector cuatro. 

—¿Crees que el gobierno podría interceptar mi mensaje? Necesito que llegue solo a los Alfas correctos —preguntaba Seewon con evidente preocupación, pues si el mensaje llegaba a las manos equivocadas, podría ser realmente un desastre. Lo último que quería era alertar al gobierno de un posible ataque en la capital del país.

—Dijiste que todos se comunican a través de portales ocultos en las redes, ¿verdad? —Seong siempre se había mantenido al margen de las conexiones que los rebeldes usaban en internet, pues nunca había confiado lo suficiente en ellas, intuía que el gobierno podía filtrar información.

—Sí, pero nunca enviamos mensajes tan importantes como este, siempre fuimos muy precavidos, las pocas veces que no hemos comunicado entre nosotros, ha sido en clave. Por ello ahora me preocupa tanto.

—Hace uno meses, desapareció mi hermano SeoJun, él era médico naturista, residía en el sector siete. Gracias a mi amiga, Suna, quien trabaja en el laboratorio Yangji, descubrí que mi hermano sabía algo confidencial y el mismo director Juk lo mandó a ejecutar. Varias veces he querido inculparlo con algún delito, pero nunca he tenido pruebas concretas.

—Lamento mucho saber ello. —Seewon no quería ser descortés, aunque no dejaba de pensar en qué tenía que ver el asesinato del hermano de Seong, con poder enviar un mensaje seguro a los rebeldes.

—Ahora bien —continuó—, me suelo comunicar a diario con Suna, pues no pierdo las esperanzas de conseguir alguna prueba, lo que fuese para quitarle la careta al director Juk. ¿Sabes cómo nos comunicamos? Por medio de mensajes codificados a través de la criptografía cuántica. Son mensajes enviados a través de fibra óptica, es un método completamente seguro, una vez que se envía el mensaje cifrado, es codificado sin problemas. La distribución de clave cuántica es lo más seguro para enviar mensajes secretos. Aparte, al ser una libreta de un solo uso, una vez que es abierta, nadie más la puede descifrar. Privacidad… Perfecta.

Seewon estaba sorprendido. Jamás imaginó que se podía enviar mensajes de una forma tan segura. Cuánto le hubiese servido saber algo como ello tiempo atrás.

—Entonces, ¿me ayudarás a enviar el mensaje?

—Lo haré, tan solo dime lo que quieres comunicar. Cuanto más sencillo y directo sea, mucho mejor será.

Seewon se sentó torno a la mesa y se puso a pensar en un mensaje sencillo que no omitiera ninguna información importante. No iba a tener otra oportunidad como esa.

—No olvides de decirles que se marchen con discreción —comentó HoSeok desde el otro lado de la sala.  

—Bien, la mayoría de los rebeldes que están aquí en el sector cuatro, no son reos del bosque, ninguno sería sospechoso, algunos tienen cargos realmente importantes.

El último Omega || YoonminWo Geschichten leben. Entdecke jetzt