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Laughing Jack
Odio...
Agonía...
Locura...
Oscuridad...
Sangre...
Muerte...
Destrucción...
Abismo...
Perdición...
Quiero más, mucho más...
El aroma de la sangre.
Los gritos de agonía de mis víctimas, me vuelven loco.
Música para mis oídos.
—¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡POR FAVOR!! ¡¡NO ME HAGAS DAÑO!!—Suplicó entre llantos el chico que está atado de pies y manos en la mesa de tortura.
Scarlett duerme mucho después de “jugar”. Estaba tan aburrido y fuí a buscar a alguien para jugar y me encontré con un chico de unos... 18 años o menos.
—¡¡TE LO SUPLICO!! ¡¡NO ME LASTIMES!!—Se retorció en la mesa como una insípida lombriz.
—JAJAJAJAJA ¡Pero si apenas la diversión comienza!—Caminé entre risas hacia una pequeña mesita y tomé un pequeño martillo.—¿Por dónde quieres que empecemos primero? ¿Los dedos? ¿Las piernas? Porque sé hacer muchas cosas. Tú decide, muñeco—.
Le sonreí al chico y este abrió los ojos como los de un sapo. Negó repetidas veces con la cabeza y gritó que no me acercase.
Elevé el martillo para dejarlo caer con fuerza en su mano y sus gritos de agonía me enloquecen.
Tomé unas pinzas, planeo sacarle los dientes.
—¡¡No!! ¡¡Te lo ruego, por favor!!—Cerró con fuerza sus ojos.
—Si te atreves a cerrar los ojos lo haré mucho más lento y doloroso. ¿De acuerdo, pequeñín?—Sonreí divertido.
—¡¡NO, NO, NO!!—Negó repetidas veces.
—JAJAJAJAJA ¡A ver, abre la boquita! Dí “ah”.—Reí.
Me desesperé y abrí su boca a la fuerza, a lo que él luchó por cerrarla. Con las pinzas le quité uno de los dientes delanteros y lo retiré con lentitud disfrutando cómo el chico chilla y se retuerce.
Miré el diente que sostengo con las pinzas y noté que está algo amarillento.
—¡Wow! ¡Deberías asear más tu boca y usar más el hilo dental! ¡Puerco! JAJAJAJAJA—Me retorcí de la risa.
Seguí el mismo procedimiento con los demás dientes delanteros. Me esmeré tanto en quitarle diente tras diente con brutalidad y gozo. De su boca sale a chorros la sangre, su boca se convirtió en una máquina expendedora de sangre.
