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17/06/21
-Que es lo que quieres de almuerzo, hoy?-pregunto tu mejor amigo Aran.
-No sé. Talvez almuerce en casa de los gemelos. -dijiste sin tomarle mucha importancia.
-Ah esos idiotas, están locos por tí. -Se burló amistosamente- por lo menos no estarás sola toda tu vida como te lo propusiste jaja~
-Oye -golpeaste su hombro levemente, riéndose.
-Mejor muévete que kita nos regañara por llegar tarde.
Al entrar a la cancha trataron de evitar encontrarse con el peliblanco, ya que los haría dar díez vueltas a la cancha. Para su suerte este no se encontraba. Suna estaba de flojo sentado en las gradas así que decidieron acompañarlo.
-Que onda zorrito. -Lo saludaste con una sonrisa, el castaño te dió una leve sonrisa como saludo.
-Sabes que kita los regañara, no? -pregunto con una sonrisa burlona.
-Si, pero si no le dices nada, eso no pasará.
-Está bien mocosa, me quedaré callado, solo que me deberás un favor.
-¡Claro!
-¡Hola chicos!
Los gemelos desastre se acercaban. Después de chocar puño con Suna y Aran, ambos te saludaron con un beso en la mejilla.
-El capitán kita no ah llegado, que sorpresa. -dijo el rubio teñido.
- Algún profesor lo ah de tener ocupado, siempre lo mandan a hacer todo. -se quejo el moreno.
-No te esponjes Aran. Cambiando de tema, miyas que hará de almorzar su mamá?, Necesito de su deliciosa comida para vivir.
- Yakimeshi de pollo, acompañado de Ramen. -explico el peligris.
-¡Genial! De verdad amo tanto a mi suegra. -dijiste con brillitos en los ojos saboreando ya su deliciosa comida, sin darte cuenta de cómo los miyas ardían de lo sonrojados.
-¡hora de entrenar! -grito el peliblanco nomás entró al gimnasio. . . .
-¡Aah! Estoy exhausto!, Maldito kita. -se quejo el rubio, estirándose.
-No exageres Atsumu. -rodo los ojos el peligris-
-Bueno niños, vámonos. ¡Ya va ser la hora de la comida! - diste pequeños saltitos como niña pequeña al tener un juguete.
-No sé si nos quieres a nosotros o a nuestra mamá -Dijo el rubio secándose una lágrima falsa.
-Ambos. Osamu cargame así llegaremos más rápido. -le extendiste los brazos y Osamu con una pequeña sonrisa, te cargó en su espalda.
