La Dama del Vitral

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En este capítulo, Carolina tenía ciertas dudas sobre la atracción que sentía hacia ambos chicos, Gonzalo y Marcelo, pero quería unir puntos, ambos eran tan distintos y a la vez algo los unía, quería creer que la atraccion era debida al misterio y el interés que traía encima la casa.

        Sus hermanas seguían en lo suyo pero ella tenía hambre, así que decidió ir a la cocina para prepararse algo de comer, eligió fideos a la pomarola. Una vez lista la comida quiso sorprender a sus hermanas con la cena pero una brisa, un tacto casi inexistente, como si alguien la hubiese tocado o rozado la hizo detenerse en el pasillo y guiar su mirada hacia el vitral opacado por el tiempo y el descuido, iluminado desde atrás por la luz que provenía de las habitaciones, aquel que había ignorado en muchas ocasiones, le mostraba por primera vez su magnífico dibujo, obra de algún artesano desconocido.

        En aquel cuadro se reflejaban un hombre y una mujer. Mujer que había cautivado a Carolina, sentía que aquella, se le hacía muy familiar. Estaba llena de preguntas acerca de aquella mujer. Sin embargo, a pesar de su agitación interna no podía moverse de su sitio, abstraída en la contemplación de los ojos traslúcidos y del cabello castaño, que caían blandamente sobre los hombros de la dama del vitral.

        Miró por mucho tiempo cada detalle de aquela obta de arte plazmada en el vitral. De un momento a otro aquella figura femenina a la que estaba observando comenzo a moverse, parecía querer hablar pero las palabras eran inentendibles para Carolina gracias al ruido que provocaban aquellos árboles. Se sentía casi mareada y en un esfuerzo de mantenerse de pie. Jimena, quién la llamaba para que resolviera el problema de la comida quemada que se olía por toda la casa la quitó de aquel transe, el vitral estaba nuevamente en su posición anterior, dejando a una Carolina con la vida apagada y el corazón latiéndole a mil por hora.

        Luego de aquello en la cocina y del vitral, Carolina fue a su habitación, sin poder dormir se puso a buscar las fotos que había encontrado en los viejos cajones. Las horas pasaban y no podía conciliar el sueño, miraba las fotos e inspeccionaba cada cara con una lupa que había encontrado junto a un par de lapiceras. La capana de la iglesia había sonado, avisándole que ya era tarde, pero antes de dormir tomó una última foto, en ella habían tres hombres y dos mujeres, una de ellas era la señora de serena y dolida belleza, la foto fue tomada, según la escritura en el dorso de la imagen, en marzo de 1918. Carolina muy contenta por su nuevo hallazgo, caminó descalza hasta el vitral para cerciorarse de que aquella mujer de la foto era la misma que había visto sobre aquel conjunto de vidrios multicolores. Satisfecha con su confirmación de que ambas mujeres eran la misma, cansada fue a recostarse y dormir.

         Carolina se encontraba en medio de su habitación vestida con un camisón blanco. Se asomó por la cerradura de la puerta y en el corredor observó una figura oscura, era Marcelo Peña con una sonrisa sombría, el cual repetía "ésta es la casa". Fuera se escuchaba el sonido del piano, era Natalia la que tocaba y a su lado estaba Gonzalo con una sonrisa mientras pasaba las páginas. En la sala, donde ambos estaban no estaban solos, también se encontraban personas desconocidas y hasta los vecinos misteriosos. Ella podía transpasar el vitral que la llevaba al patio, justo frente a la fuente. Cuando llevó su mano al agua escuchó detrás suyo una dulce voz femenina que la llamaba junto a un estruendoso sonido del vitral cayéndose a pedazos, se apresuró a transpasarla nuevamente antes de que fuera demasiado tarde. Dio hacia el patio mientras gritaba llena de miedo y algo húmedo se le trepaba por la mano. Al instante despertó bañada en transpiración y sentada en su cama con Cristal, quién había despertado y le lamía el brazo mientras afuera se escuchaban los truenos. Un diluvio golpeaba las celosías de la casa envuelta en sombras.

Heredera de un secretoWhere stories live. Discover now