Aquellas cartas

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En este capítulo, Carolina y Gala estaban cuchicheando en la clase de historia sobre lo que había pasado la otra noche en su casa. La profesora había estado viendo que sus alumnas no prestaban atención a la clase, así que fue hacia ellas para preguntar cuál era el tema de conversación esta vez a lo que Carolina, con lujo de detalle, le contó lo que había descubierto en aquella casa. Gabriela, sin creerle mucho le pidió que buscara documentos que cercioraran que lo que lo que estaba diciendo era cierto y no producto de su imaginación, cosa que no sentó bien a Caro. Gala, de lado de la profesora le dijo que esto era cada vez más una locura pero que le fascinaba. Quedaron que luego de comer, se juntarían para seguir investigando la habitación de la tía Hache.

            Carolina estaba sentada en medio de la habitación frente a una caja de carey finamente tallada, se somaba a los recuerdos encerrados en cartas, postales y fotografías. Luego de la interrupción de su tía Dora por teléfono, corrió hacia la planta alta nuevamente mientras inspeccionaba con delicadeza cada carta. Se había dado cuenta de que la escritura inclinada y fuerte eran de una figura masculina. Luego de que tocaran el timbre, Caro fue rápidamente al encuentro con su amiga quien la seguía molestando por el arquitecto, el cual estaba parado fuera del negocio de enfrente con la mirada hacia la casa. Gala quitaba sus conclusiones diciendo que Marcelo Peña estaba interesada en ella pero lejos de darle importancia, Carolina sólo quería que fueran a ver las cartas para desatar más misterios y probar que eran documentos aptos para comprobarle a la profesora Suárez que todo lo que decía era real.

             Ambas subieron nuevamente a la habitación de la tía Hache, se sentaron en el suelo y con cuidado Gala tomó una y comenzó a leer la primer carta en voz alta. Carolina la escuchaba con una rara sensación: la de haber leído esas mismas palabras alguna vez a solas y en silencio.

            La primer carta trataba de un amigo con la inicial  "J", quien agradecía a Hache por la hospitalidad y por el buen rato que pasaron, era del 23 de diciembre de 1916. En la segunda, había una postal con la foto de un señor con bigotes quien quería ser recordado, ésta del 2 de febrero de 1917. En la tercer carta, "J. A" Pedía disculpas por su ausencia, tenía muchas ocupaciones fuera de Buenos Aires y no pudo enviarle líneas para explicárselo. Siguiendo la lectura y entre dientes, Carolina supo que aquel señor era alguien importante para su tía..., éste se trataba del 11 de abril de 1917. En la siguiente, Gala leyó un párrafo el cual le pareció interesante, allí, aquel muchacho se había decidio y pedía la aprobación de Hache para pedir su mano al padre. Sin embargo, en la carta siguiente, en la fecha del 12 de mayo de 1917, "J" que ahora era conocido por el nombre de Julián, pedía disculpas por su ausencia, él no quería que ella dudase de su amor pero que en esos momentos su vida corría peligro y lo único que podía salvarlo era el brazalete de oro y brillantes que atesoraba como recuerdo de su madre. Inexplicablemente para Gala, Carolina leyó entre lágrimas los últimos fragmentos de la carta y como si supiera que iba a encontrar algo más dentro del sobre, introdujo sus dedos y quitó un recorte de diario el cual anunciaba el fallecimiento de Julián Arizmendi (12-5-1918) con la dedicatoria de su esposa Cecilia Acevedo Guzmán y familia.

             No les costó demasiado que Hache había sido engañada por un personaje sin escrúpulos que, además de ambicionar su fortuna, era casado y, evidentemente, había ocultado esta situación a la joven.

             Tardaron un tiempo en recomponerse, lo suficiente para que la noche se hiciera en la ventana. Carolina tuvo la idea de pedirle ayuda a Gonzalo para seguir investigando a lo que Gala estuvo conforme. Mientras acompañaba a su amiga a la puerta echó un vistazo al vitral. Hache había parpadeado nuevamente. Al despedirse y volver a entrar a la casa no se dio cuenta de que entre los árboles, Marcelo Peña observaba con extraño interés el frente gris de la casona.

Heredera de un secretoWhere stories live. Discover now