Peligro en la noche

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Este capítulo comienza con las tres hermanas en la casa, Jimena acomodando los cubiertos, Natalia viendo por la ventana para deliberar si llovía o no más tarde y Carolina hacía que estabaleyendo un libro pero en realidad sus pensamientos se le juntaban en un solo punto: desengrañar la incógnita de la tía Hache. Por otro lado, Jimena estaba un poco más tranquila de que su hermana estuviese allí con ellas y no en el cuarto sombrío de la planta alta.

       La noche estaba tranquila hasta que Cristal salió disparada hasta la puerta que daba al jardín, ladraba desesperada, cosa que le pareció extraña a las hermanas ya que ella era tranquila y compañera hasta que las tocaba defenderlas y eso asustó aún más a Jimena. De un momento a otro los ladridos se volvieron aullidos casi desgarradores, dos de las hermanas estaban muy asustadas pero Carolina quería saber qué pasaba afuera. Miró por la venta y observó sombras moverse entre los arbustos, la intriga la mataba y decidida, a pesar de la negación de sus hermanas, a abrir un poco la puerta para ver mejor, lo que ocasionó que la perra saliera disparada hacia el jardín. Las luces de los vecinos extraños de alado se encendieron mientras el señor preguntaba si las chicas necesitaban algo, al instante el gato salió de entre el lugar que Carolina había visto aquellas sombras y las tres se quedaron más tranquilas, avisaron al señor que todo estaba bien y al terminar aquel malentendido fueron directamente a dormir, pero esa noche, las tres juntas.

         Seguramente las tres hermanas no se habrían ido a dormir tan solas y tan tranquilas, si Carolina hubiera podido distinguir, entre las malezas, a esas tres sombras que se escurrieron misteriosamente por el borde de la medianera.

         El jueves por la tarde, días después de aquella noche, el timbre sonó. Gala fue la que abrió, encontrándose al instante con un muy alegre Gonzalo quien entró a dar la gran noticia a las cuatro chicas. Él había buscado bastante en cientos de diarios antiguos del año 1918. En su búsqueda encontró aquel con la fecha del 13 de mayo de 1918 que anunciaba la muerte de Julián Arizmendi. Carolina estaba más que interesada, era demasiado importante para ella y sentía que casi se jugaba la vida en esa historia de su tía Hache. El periódico aclaraba que la muerte de Julián había sido por puñaladas en un callejón de Palermo, caso que los investigadores declararon como ajuste de cuentas ya que el señor era un empedernido jugador. Muchos juzgaban a la esposa Cecilia por acoger en la familia a un truhán como Arizmendi.

         Los cinco comenzaron a sacar conclusiones en torno a lo que habían leído en el periódico. Al instante sacaron que Julián era casado, atorrante y un jugador que tenía deudas, "quizá para eso quería el brazalete, para saldar su deuda" pensaron. "Quizá la tía Hache sí le dio el brazalete y al querer robárselo lo mataron". Carolina sabía que faltaban muchas cosas por averiguar, sabía que se estaba acercando bastante a la verdad de la historia. Pero le faltaba enterarse de lo más importante de todo: cuál había sido el final.

         Convencidos de que el brazalete era la clave de toda la historia, decidideron que lo buscarían. Sin embargo, Carolina sentía que ya no le quedaba más tiempo para saber la verdad.

Heredera de un secretoWhere stories live. Discover now