Sesenta

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Luego de haber cogido a Yu del brazo y arrastrarlo a la carrera hasta su coche, hecho una furia, Sam condujo en dirección a la casona, mientras el pobre taiwanés no dejaba de llorar y le suplicaba que fuese más despacio.

...—¡Lo que pasa es que lo amas y no quieres que lo golpee!...¡Llora todo lo que quieras!—Le gritaba fuera de sí—…¡no me importa cuánto lo defiendas, es un desgraciado y lo mataré!.

—No lo amo, yo te amo a ti—negaba el más joven—...Sam por favor, déjalo estar, me preocupas tú cariño, no quiero que termines preso, no merece la pena.

—¡Me da igual!, ¡ese tipo es un depravado que abusó de ti y se aprovechó de tu precaria situación!

—No, no es así, yo acepté, él no me obligó...entiende, yo estaba agradecido y deslumbrado por él, es mi culpa también...por favor, detente y hablemos—le suplicó este una vez más agarrándose a su brazo—...por favor, cariño, sin ti estoy perdido.

El mayor negó y de un tirón se soltó del agarre.

—¡Entonces, después de matarlo, seguiré contigo!.

—¿Q-Qué quieres decir?, ¿Me ma-matarás también?—preguntó Yu muy asustado.

—No, nada de eso—dijo este sacando la vista de la carretera unos segundos y mirándolo con furia—… pero te irás de Villahermosa, lo muestro se terminará en cuando él salga con los pies por delante de mi casa.

El taiwanés se abrazó de nuevo a este.

—No, no, no puedes dejarme, me lo prometiste, dijiste que estaríamos juntos, que nada nos separaría.

El mayor soltó una irónica risa.

—¡Eso fue antes de saber que tú y el hijo de puta ese estabais bajo nuestro techo, riéndoos de mi primo y de mí, mientras follabais y sabe Dios cuántas cosas más a nuestras espaldas!—siguió gritándole!...¿quién me segura me de que no sigues con él a pesar de que me has dicho que ya no hay contrato?, ¡yo ya no me creo una mierda, esto se acaba hoy!.

—No, por favor no me digas eso Sam, yo te amo—suplicó el más joven llorando con desesperación—…yo no puedo vivir sin ti, Sam, te amo, no puedes dejarme...

Nada más salió de la boca del modelo mayor, hasta que minutos después aparcó en la entrada principal de la casona y tras bajarse a toda prisa, rodeó el coche y sacó al afligido chico.

—¡Venga!, ¡camina!, ¡no quiero que pierdas detalle de como acabó con tu querido amante! —le gritó nuevamente.

—No, por favor Sam, detente, no hagas una locura.

Haciendo caso omiso de las peticiones del más joven, este entró en la casa y muy apurado subieron las escaleras, ante la atónita mirada de Lyn y las doncellas.

—¿Qué pasa mi niño? ¿Por qué llegas así?, ¿Por qué tratas así a ese pobre chico?—Preguntó la mujer siguiéndoles.

—No pasa nada, nana, vuelve abajo—dijo Sam tirando de Yu por el pasillo, hasta la habitación del fotógrafo.

—No lo hagas Sam, por favor— Suplicó una vez más el taiwanés cuando este lo liberó y comenzó a aporrear la puerta.

En el interior, Saint y Zee que estaban por empezar una sesión de increíble sexo tras encontrarse minutos antes y luego de que el castaño leyese el contrato y lo firmase, se detuvieron inmediatamente.

Estos entonces se miraron y rápidamente se vistieron.

—¿Qué ocurre?, ¿Quién golpea la puerta de ese modo?—preguntó el fotógrafo fruncido el ceño.

7. «AMIGOS» - Mewgulf, Zaintsee, Offgun, SamYu y Singtokrist TerminadaWhere stories live. Discover now