Capítulo 12

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Para compensar a mis lectores, mis amigas y amigos que están allí siempre, aquí hay capítulo!!! 🎉

Cadence observó la curvatura de la P por enésima vez mientras intentó concentrarse en la lectura y pronunció en voz alta, aunque apenas audible a sus propios oídos: "¿Por qué, por qué dices eso? ¿Tú crees que viviría una vida de celos, cediendo ca...

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Cadence observó la curvatura de la P por enésima vez mientras intentó concentrarse en la lectura y pronunció en voz alta, aunque apenas audible a sus propios oídos: "¿Por qué, por qué dices eso? ¿Tú crees que viviría una vida de celos, cediendo cada vez la sospecha con las fases de la luna?..."

— ¿Cómo es eso posible, señor Harris? —La voz angelical de la pérfida de Jane volvía a distraer su lectura. Levantó los ojos de la página lo suficiente para vislumbrar la mano derecha de ella apoyada en el antebrazo de quien había sido su prometido, quien elegante cual ningún otro y con aquel cabello peinado a la perfección, sonreía y susurraba alguna palabra que era imposible oír.

— ¿Otelo? —La voz de Drake la sorprendió por la espalda. —Por Dios, señorita, ¿no podía traer una lectura un tanto más amena? ¿Otelo? Apenas puedo creerlo. —Dijo sentándose junto a ella, quien de inmediato irguió su espalda y se separó un tanto de él y carraspeaba, nerviosa.

—No entiendo el porqué de su comentario. Otelo es una obra magnífica que sólo me inspira a pensar qué habría sido de la vida de Desdémona y Otelo si no hubiera existido Yago, Casio, Rodrigo... —Sus ojos volvieron a posarse en la pérfida de su prima y Drake rio. Caddy resopló y cerró el libro haciendo que resonara como un golpe seco. — ¿De qué se ríe ahora? —Cuestionó.

—De su ingenuidad o la simpleza de su comentario.

— ¿Ha leído Otelo? —Cuestionó desafiándolo.

—Claro que sí. Lo he leído. Quien parece no conocer más que la simpleza de sus personajes, es usted.

—Es usted un presuntuoso engreído.

—Y usted una ingenua, pero por decirnos nuestras verdades no vamos a tener una de nuestras discusiones ¿verdad? —Caddy lo observó estupefacta y curiosa.

—Muy bien... Veamos Señor Instruido, ¿por qué cree que mi comentario es superficial? Le advierto que he leído esta obra al menos cinco veces. —Drake sonrió y puso la boca de lado, clara señal que se sentía ganador y Caddy respondió de igual manera. Podía sentirse en desventaja literaria frente a un caballero como el Duque de York, pero no frente a un barbudo atrevido.

—La ha leído muchas veces, en eso no hay discusión, pero me temo que su apreciación de ella es superficial. ¿Cómo puede preguntarse qué sería de sus vidas sin la presencia de Yago o cualquiera de los demás? En la vida, señorita, siempre encontraremos personas mal intencionadas. ¿Podemos acaso controlar las acciones de los demás? ¿Sus pensamientos? ¿Las palabras que salen de sus bocas? —Caddy lo observaba curiosa, intrigada y hasta expectante. Tenía razón en todo lo que decía. —Claro que no. Sólo podemos aprender de nuestros errores o de nuestras decepciones e intentar no repetirlos, cambiar lo que está mal o daña a los demás. —Sonrió triunfante y ella lo observó fijo a los ojos. El silencio reinó entre los dos un instante mientras se sostenían la mirada el uno al otro.

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