Capítulo 22

1.8K 264 89
                                    

La ventana entreabierta en medio de la oscuridad de la habitación, permitía que la brisa de la noche flameara el blanco cortinado y emitiera un sonido que era lo único que se percibía en aquel instante, a excepción de las puntillas de pie de Byrio...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La ventana entreabierta en medio de la oscuridad de la habitación, permitía que la brisa de la noche flameara el blanco cortinado y emitiera un sonido que era lo único que se percibía en aquel instante, a excepción de las puntillas de pie de Byrion que avanzaba lentamente, alerta y con su dedo en señal de silencio. Drake le seguía con el ceño apretado y el corazón latiendo en su pecho que se elevaba y descendía acelerado, ansioso y expectante.

Byrion se detuvo de espaldas a la pared y con cuidado corrió el cortinado para que Drake apenas asomando la mitad de su rostro pudiera ver la sombra de los hombres entre las arboledas que rodeaban su casa. No era ni dos sino al menos tres, pues luego de haberlos visto, descendieron las escaleras y desde la ventana de la cocina, percibieron otro más rondando la parte posterior. Tras una corta señal con las manos y la expresión de sus ojos, ambos se reunieron en la despensa.

—Es Law. —Dijo  casi como un susurro, mientras Drake, perturbado caminaba de un lado a otro llevando su mano hasta la cintura y luego cruzando los brazos sobre su pecho.

—Es que no lo esperaba, al menos no tan pronto... ¿Crees que podremos con ellos? —Byrion enarcó una ceja.

—Te lo dije... necesitamos más gente aquí. Somos dos y ya sabes que él no se iba a quedar de brazos cruzados permitiendo que te apoderes de sus cosas, mucho menos al saber quién eres y que piensas meterte en su casa.

—Necesito estar allí, necesito estar cerca, seguir sus pasos, encontrar algo...

—Pero hazlo bien... no así. ¿Crees que le costará mucho matarnos? Es poderoso y podría hacerlo ahora, aquí mismo. Ya debe tener muy claro que solo hay un puñado de empleados, Diane que apenas camina y tu esposa que no entiende donde la estas metiendo. Dudo que tú y yo pudiéramos con ellos.

—No entiendes nada, Byrion. El no va a tocarnos ni un cabello, al menos no ahora.

— ¡¿Cómo puedes estar seguro?! Está la casa rodeada de gente... ¡No te confíes por amor a Dios!

—Porque no le conviene. Es inteligente y ya sabemos que no es la primera vez que lo hace. La noticia de Cadence ya debe haber recorrido medio Londres y un tercio de Inglaterra, jamás dejaría que ella muera el mismo día que reclama su herencia. Olvídalo. —Se puso de espaldas a Byrion y apretó sus ojos un instante, convenciéndose a sí mismo que no se estaba equivocando, que Law haría exactamente lo que había calculado.

— ¿Y piensas confiarte en tu intuición? —Inspiró profundo para calmarse, para enfriar su mente, para pensar. No podía cometer un error y Byrion tenía razón.

—Mañana busca al menos a diez pero no a cualquiera. Busca a los muchachos.

— ¿Los Peterson? —Drake asintió.

Tres hermanos dispuestos a todo, aunque no con las mejores habilidades, ya lo sabía Drake. Compartían el defecto de que su puntería no era de lo mejor, por lo demás: Peter tenía mala memoria, Ethan veía mal a la distancia y a Billy había perdido la audición de su oído derecho en un accidente de práctica de tiro del que prefería no hablar. Los defectos sobraban, pero si algo les caracterizaba era su fidelidad y la tenacidad que ponían en el trabajo.

ANTE TI, SOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora