[5] De las personas más valiosas en mi vida.

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Me costó acostumbrarme a la oscuridad en la que la habitación estaba sumida, cuando por fin pude ver mejor observé a Sally durmiendo en su cama tranquilamente sin sueños reveladores que buscaban atormentarla, probablemente solo soñaba sobre su mundo de arcoíris y felicidad con Zachael, cuánta envidia le tenía en este momento.

Naya también dormía en su cama, supuse que dormí demasiado por el jetlag y ahora todos estaban descansando, o bueno... no todos, porque al pasar mi mirada a la cama donde debería estar Lottie durmiendo, esa se encontraba vacía y desecha, saber su paradero no era difícil, es más, podía imaginármelo y estar en lo correcto: con Ashton, seguramente teniendo un encuentro divertido, porque así eran ellos.

Intentar dormir nuevamente no me serviría de nada, seguro soñaría con la misma situación una vez más, pero con otro escenario y no quería revivir la jugada que mi conciencia estaba haciéndome por atrasar más tiempo del que debería lo que necesitaba hacer frente. Suspiré y solté una maldición en susurro, ¿Cuándo me metí en este enredo? Bueno... eso lo sabia.

Quité el edredón cubriéndome y me coloqué de pie, necesitaba despejarme y distraer la mente. La oscuridad silenciosa y tranquila en la que se encontraba la habitación me ponía ansiosa de una manera no agradable, era un pase directo a que mi mente me torturara con los pensamientos y no quería eso, necesitaba aclarar todo, no oscurecerlo.

Mi sueño fue un claro empujón a hacer eso que no quería y sumándole la reunión con todas esas madres adolescentes con las que conviví hoy, mi conciencia estaba hablándome, diciéndome que fuese positiva y agradecida, pero... eso no era algo que se me diera con facilidad.

Más, hablando de que si me comparaba con ellas era un acto egoísta porque nuestras situaciones eran completamente diferentes y aunque agradecía tener la vida acomodada, con lujos que muchos no podían darse, me aferraba a la idea de que me había desgraciado y había perdido mucho al embarazarme.

Y de alguien que... no debía.

Paseé un rato, paseé por los pasillos del hotel vagando sin un destino e intentando mínimamente conciliar el sueño, tanto, que terminé afuera sentada al borde de la piscina, perdida en mis pensamientos mientras la luna y las estrellas eran mis fieles compañeras en la nostalgia. Me picaban los ojos, quería llorar y el nudo en mi garganta estaba intensificado.

Estaba frustrada... muy frustrada por todo, porque no podía enfrentar las cosas, porque me acobardaba decirle la verdad a Luka, me daba miedo y aterraba ser sincera respecto a mi estado.

Así que me permití llorar como no lo había hecho, dejé salir libremente las lágrimas sintiéndolas deslizar por mis mejillas hasta caer.

Mientras las madres adolescentes del pueblo africano luchaban por seguir adelante con sus hijos, yo estaba quejándome porque dejaría de ser esa «Baddie» por la que muchos superaban al verla pasar, ya no sería inalcanzable nunca más y eso me molestaba porque además perdería lo que tenia con Caleb.

Me adelantaba a los hechos porque conocía la realidad y no había manera que me perdonará eso, la agonizante realidad era cruel. No quería... no quería un bebé, muchísimo menos uno de mi mejor amigo, todo lo que quería era continuar siendo esa chica ruda, coqueta e inteligente que sabía lo que valía, esa que disfrutaba de las fiestas tanto como quedarse en casa viendo maratones de series o leyendo libros, esa por la cual dejarías a tu novia si te lo pidiera porque era irresistible.

Por algo Caleb me llamaba la mezcla perfecta entre Katy Perry y Megan Fox.

—¿No puedes dormir?

Me sobresalté de la impresión al escuchar esa voz. Era Luka. Giré lentamente hacia la izquierda solo para encontrármelo de pie a poca distancia, a solo unos escasos dos metros de mi. Una sensación de incomodidad repentina me recorrió y pestañeé, meneando la cabeza de manera negativa sin más.

Padres Inexpertos©Where stories live. Discover now