[50] Te deseo siempre lo mejor de lo mejor.

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Le preparé a Luka un té porque estaba teniendo una crisis nerviosa, me dolía verlo en semejante estado decaído, roto. No le pregunté nada, en realidad solo me senté a su lado y permití que se acomodara con total libertad, todo lo que podía ver era a un chico roto, inseguro y corrompido por algo que él no pidió.

Dejé salir un suspiro atenta a lo que hacía, Luka miraba fijamente la pared de la chimenea y jugaba con la taza entre sus manos. Estaba esperando pacientemente a que hablara, a que poco a poco dejara salir lo que resguardaba, porque las cosas eran así y él era de la misma clase de persona que yo: se guardaba todo para si mismo, lo bueno, lo malo, lo triste, lo molesto, todo, y luego cuando ya no podía más, explotaba.

—Lu… —le llamé suavemente, pero él no me miraba y dudé en sí tocarlo o no, por un instante cerré los ojos y respiré profundamente con una duda carcomiendo mi cabeza. Tenía que preguntarle aquello—, Luka ¿estas drogado?

No me respondió, ni siquiera se volteó a mirarme, su reacción fue tensarse.

—No quiero estarlo, Max —ahogó un sollozo—, no quiero, no quiero, lo detesto.

—¿Y entonces por qué lo haces? —traté de ser comprensiva e ignorar como me jodidamente molestaba que estuviera en aquel estado.

Condujo la taza a sus labios y bebió de ella un sorbo pequeño.

—Porque me hace sentir menos miserable y abrumado —admitió, sonando un poco apenado—, me avergüenza admitir que… que me estoy perdiendo, que necesito ayuda, que ya ni siquiera reconozco mi reflejo en el espejo. No quiero esto, ya no lo disfruto, ya ni siquiera estoy seguro de si me gusta. Lo odio, lo odio. No quiero volver a Los Ángeles nunca más en mi vida.

—Lu…

—Quiero ser un buen padre para Sky, quiero ser todo lo que ella necesita y todo lo que soy una sombra ausente de alguien que no se reconoce a si mismo —soltó frustrado—, me siento tan… vacío, tan desdichado.

Me acerqué a él porque lucia como si estuviera a punto de quebrarse, tan frágil y vulnerable. Parecía que en cualquier momento volvería a llorar. Quería consolarlo pero no sabía cómo hacerlo, así que lo abracé, envolví mis brazos alrededor de su cuerpo y no dije nada.

—Vine al único lugar seguro que existe para mi —dijo después.

Torcí una mueca.

—Lu, yo no puedo ser eso para ti. La dependencia que tenemos debe acabar —dije suave—, tu necesitas ayuda profesional, Heakie, yo no puedo darte eso. Puedo apoyarte, estar para ti y ser tu amiga, pero hay cosas que son más grandes que eso, y esta es una de esas. Soy tu apoyo, no tu ayuda.

—No, tu eres mi todo —soltó bajito.

—No puedo ser tu todo cuando sabes que no te correspondo y no lo hare, Luka —suspiré—, me gusta alguien y las cosas van bien con él, no quiero herirte, es tiempo de que crezcamos y tomemos responsabilidad, es tiempo de que asumamos los papeles que nos corresponden.

—Tengo frío —pronunció, y lo sentí sacudirse de manera involuntaria con sutileza—, hace mucho frio, bájale a la temperatura por favor.

Me incliné un poco para tomar el control que regulaba la temperatura en el lugar de la mesita de café al centro y moví un poco la temperatura que mantenía frio el sitio. Escuché un sutil llanto en el monitor de bebés y estuve por colocarme de pie para ir por Sky, normalmente ella no despertaba luego de haberse dormido en la noche, sin embargo, Luka me detuvo y me miró.

—Déjame ir a mi —me pidió.

Dudé, pero al final cedí. Probablemente él no se encontraba en estado de sobriedad pero algo no podía pasar desapercibido y era el amor que le tenia a nuestra pequeña. Recogí la taza de su té a medio beber y la mía, y me coloqué de pie para llevarlas hasta el lavavajillas en la cocina, después me fui hasta la habitación de Sky y terminé apoyándome en el umbral de la puerta, observando la manera en la que Luka la cargaba como lo más preciado e importante, como un tesoro.

Padres Inexpertos©Where stories live. Discover now