Capítulo XXIV.

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Semanas después de la carrera, Louis se despertó por primera vez solo en mucho tiempo. Cuando despertó aquella mañana, tuvo que fruncir el ceño ante la ausencia del calor del alfa a su lado. Se levantó despacio y confundido mientras abría y cerraba los ojos para adaptarlos mejor a la luz. Se colocó la bata y salió por el pasillo mirando hacia todos lados, preguntándose por donde se había metido Harry.

Para cuando llegó al comedor, le pareció aún más extraño ver un solo puesto servido y una pequeña nota a su lado.

"Buenos días, Principito. Tuve que irme a trabajar temprano, pero nos vemos en la tarde, ¿me pasas a buscar después del trabajo? -H"

Para cuando Louis quiso redactar un mensaje para mandarle de vuelta a Harry, por más que lo intentaba este no se mandaba. La señal estaba pésima en la casa. Decidió entonces que si no tendría la oportunidad de ver a Harry como todas las mañanas, haría lo posible porque su día pasara rápido. Tras un par de horas de estudio, otras de trabajo y un par para alimentarse y arreglarse, la hora había llegado y Louis partió en dirección al club.

El Enigma estaba lleno a tope y su apariencia había cambiado de forma significativa. Ya no era un strip club donde los alfas venían a derrochar su dinero por uno que otro baile de alguna omega despampanante. Aquella noche, el Enigma parecía una discoteca y la gente parecía estar rebosando en felicidad y alcohol debido a que, como nunca antes, la barra era libre. De igual forma, Louis estaba sorprendido por la alta contingencia, sobre todo por la fecha en la que se encontraban, donde el frío era bestial y todos lo aprovechaban de excusa para esconderse en su casa con su familia para celebrar la navidad.

Desde la entrada, Louis divisó a Holly dándole instrucciones a otros chicos que la acompañaban en la barra y que se movían de un lado a otro entregando tragos. Caminó con dificultad, pidiendo permiso y perdón por cada vez que le tocaba chocar con alguien por accidente hasta que logró llegar a la barra.

— ¡Holly! ¡Holly! — Louis gritaba por encima de la música y a pesar de que su voz era perfectamente audible, la chica apenas podía girar la cabeza porque se encontraba dándole instrucciones a todo el mundo.

— ¡Necesito que vayan a buscar reposición de cervezas y de vodka, nos estamos quedando vacíos! ¡Rápido, rápido que esta gente quiere emborracharse! — La rubia se movía con agilidad mientras los clientes se le tiraban encima como una avalancha hambrienta de alcohol.

— ¡¿Dónde está mi maldito trago?! — Gritaba un hombre, con violencia. Holly frunció el ceño y levantó la mano mientras miraba más atrás de Louis, directamente a la puerta de entrada. Fue en ese momento donde la chica se dio cuenta de la presencia del omega y puso una sonrisa en su rostro.

— ¡Paul! ¡Saca a este tipo de aquí! — Señaló mientras se dirigía al guardia que ya venía hacia la barra mientras ella señalaba al cliente problemático. — Josh, cúbreme diez minutos.

Los muchachos a su alrededor cubrieron el espacio que ella dejó, mientras que desde la barra, Holly agarraba la coctelera y una gran botella de vodka, al mismo tiempo que caminaba hasta encontrarse con Louis.

— Diablos, esto es un infierno. Siento no haberte podido atender antes Louis, como ves, estamos un poco saturados. — Holly sonreía mientras concentrada, armaba algún trago con suma habilidad que lograba distraer fácilmente a Louis. — ¿Quieres un trago?

Sin esperar una respuesta, frente a él encontró un bonito vaso rebosante de un majestuoso Bloody Mary. La chica lo tomó y puso las manos de Louis en el vaso y con una sonrisa agregó: — Yo sé que te gustan los cócteles.

Louis sonrió a pesar de no entender muy bien el comportamiento de Holly y decidió darle un tímido sorbo al vaso. El vodka lo hizo estremecerse por unos segundos mientras él luchaba por concentrarse en el sabor e ignorar el fuerte alcohol que ya le entraba hasta por las narices.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora