Capítulo VI.

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Los ojos verdes de Harry brillaban con más intensidad gracias a una pequeña luz que decoraba la mesa. Un camarero se acercó y trajo dos menús y una botella de un vino que Louis pudo adivinar de inmediato, era carísimo.

A su mente llegaron los recuerdos de las salidas no su familia a restaurantes caros, aquellas que muchas veces Louis odiaba ir porque a él le gustaban las cosas sencillas, algo así como una lasaña casera o una pizza a domicilio.

Louis pidió algo que siempre le gustó cuando salía a comer con su familia y Harry, con una sonrisa encantadora en el rostro, pidió exactamente lo mismo que él. El camarero se fue, dejándolos solos.

— Quiero agradecerte por aceptar esto. — Dijo Harry.

Louis se encontraba menos nervioso después de la escena antes de entrar al restaurante y ya podía hablar sin tartamudear, al menos, sin tartamudear tanto.

— Sabes que no lo hago por ti, lo hago porque tenemos un trato. — Algo dentro de Harry se movió y dolió. En general, siempre pasaba por alto los comentarios de las personas, fueran o no hirientes. Pero los comentarios de Louis eran otra cosa, estos podían hacer que sintiera pequeños pinchazos que jamás en su vida había sentido, porque Harry era una roca. Una roca fría, dura e inerte.

O eso pensaba él antes de conocer a Louis.

A pesar de todo, Harry sonrió suavemente.

— Lo sé, de todas formas, te lo agradezco.

— No tienes que agradecer nada, esto es un negocio. Tú me das algo, yo te doy algo, aunque hayas decidido pedir algo tan...banal, como una semana c-conmigo.

Harry frunció el ceño.

— ¿Banal? Disculpa Louis, ¿te consideras banal?

El omega se encogió de hombros y comenzó a juguetear con los cubiertos.

— No soy nada fuera de lo común.

Harry parecía genuinamente confuso y en cierta forma, indignado. Tuvo que tomar un poco de aire y parpadear repetidas veces para poder contestar.

— ¿Quién te mintió tanto?

Louis soltó una suave risa debido a la forma que Harry tenía para expresarse, mientras que el alfa fruncía su ceño aún más, demostrando más seriedad.

— No, es en serio, ¿Quién te mintió tanto? ¿Quién te dijo tantas mentiras para hacerte sentir...banal? ¿Quién te hizo tanto daño para que no puedas ver lo que realmente eres, Louis?

Porque Louis era algo especial. Harry podía verlo claramente. Él lo vio la primera vez que Louis lo miró a los ojos en el club. Lo veía cada vez que sus ojos azules brillaban ante él, como dos estrellas que habían huido de su constelación y se habían presentado para él como un milagro caído, literalmente, del cielo. Veía lo especial que era cuando a pesar de todo, del miedo, de las drogas y los maltratos, era una persona valiente, buena y con un corazón grande.

Harry lo sabía, su alfa interior lo sabía y contra su naturaleza, contra la necesidad de sentir a Louis cerca, el ojiverde no podía hacer mucho.

— No lo sé, yo... — Soltó el aire contenido en sus pulmones. — Mi vida no ha sido color de rosa, no me han tocado muchas buenas experiencias, ni personas, ni...

— Alfas, por lo que veo.

— Tampoco. — Louis asintió, dándole la razón.

— No todos son así. — Señaló, de inmediato. — Al menos yo, no soy así.

El omega torció el gesto. Su historia con los alfas había partido mal desde el día en que había nacido. Troy Austin, su padre biológico y el primer alfa de su madre, era un hombre implacable y alcohólico que vivió con él hasta que cumplió cinco años, en los que el pequeño omega había visto como su padre golpeaba a su madre en múltiples ocasiones. El pequeño Louis desde ese entonces desarrolló cierto rechazo a los alfas, sin embargo, no pudo hacer mucho después de que Troy muriera en un accidente y el lazo se rompiera, dejando la puerta abierta al siguiente alfa de su madre: Mark Tomlinson.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora