Capítulo XIII.

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El humo del cigarrillo lograba distinguirse por encima de la bruma matutina que cubría Londres en ese entonces. Liam le dio una última calada antes de tirarlo por la ventana del auto en un sólo movimiento. Miró por última vez hacia la azotea de un edificio de cuatro pisos que estaba a una esquina de distancia a la que estaba él. Buscó entre los pliegues de su abrigo y tomó el arma para revisar sus balas. Todo perfecto.

Se quedó mirando los alrededores del barrio, analizando las ventanas y las esquinas de aquellas casas de ladrillo antiguo y puertas de madera que aún estaban de pie a pesar del pasar de los años. Todo parecía normal, inclusive, Liam podía apostar de que lo que sucedería en unos pocos minutos sería lo más interesante que les habría pasado a los vecinos de aquella silenciosa y aburrida comunidad.

Chequeó la hora. Ocho de la mañana. Si se atrasaba un minuto más de lo debido, Zayn lo mataría, así que debía ser preciso con el asunto.

— ¿Todo bien, muchachos? — Habló el alfa.

Los cuatro hombres que lo acompañaban en el auto hicieron el mismo procedimiento que Liam había hecho.

— Cuando usted desee, señor Payne. — Respondió Josh, el copiloto.

— Es hora.

Josh asintió y se bajó del auto junto a otros dos hombres. Cruzaron la calle y caminaron unos cinco metros para pararse frente a la puerta de aquella aburrida casa en aquel aburrido barrio en Londres. Los tres hombres rodearon la cerradura y en aproximadamente dos minutos Liam pudo ver como la cerradura cedía sin el más mínimo sonido y los hombres le hacían la seña para que bajara del auto.

Caminó tranquilamente, como quien va dando un paseo matutino para irse a tomar un café y se metió con naturalidad dentro de la casa. La actitud de Liam cambió una vez adentro, sacó el arma y revisó con cuidado la sala y la cocina. Le hizo una seña a dos hombres para que se quedaran abajo y subió en absoluto silencio las escaleras. El segundo piso era un largo pasillo con tres puertas y de aspecto tan antiguo como la fachada de afuera. Liam se quedó quieto un segundo y cerró los ojos.

— ¿Señor...? — Josh susurró y Liam se dio vuelta de inmediato para callarlo.

De fondo se escuchaban los pájaros, los autos que pasaban por la calle de la parte de atrás y muy tenuemente, se escuchaba un leve ronquido de una de las habitaciones. Aún no se enteraban que ellos estaban ahí, era una inmensa ventaja.

Liam abrió la primera puerta a su derecha con mucho cuidado y descubrió el baño vacío. Siguió avanzando y le ordenó a Josh que abriera la segunda puerta mientras él se posicionaba frente a la tercera.

Josh la abrió y negó con la cabeza. El tipo que buscaban no estaba ahí pero habían por lo menos otros tres italianos durmiendo profundamente, tal como lo habían pensado, así que se quedó apuntando hacia adentro mientras Liam abría la última puerta. En la cama, estaba aquel hombre de nariz ancha y cabello canoso que llevaba buscando desde hace un tiempo para completar la orden que Harry le había pedido. Se acercó en absoluto silencio con la intención de no despertarlo y le apuntó a la cara mientras que con su otra mano le ponía la mano en la boca con fuerza.

El hombre despertó con los ojos saliéndose del pánico y emitiendo de inmediato un fallido grito.

— Sh. — Liam le pegó el arma a la frente. — Antonio Greco, ¿verdad?

La voz de Liam era apenas un susurro, casi como los cantos de los pájaros de la calle. El hombre asintió varias veces.

— Quiero bajar.

El hombre abrió los ojos de par en par nuevamente y negó. Liam hizo sonar el martillo de la pistola en la cabeza del hombre y puso el índice en el gatillo. El hombre había empezado a llorar.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora