Capítulo XXVII.

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El día en que Louis Tomlinson desapareció todo parecía normal. La venganza itálica se había cocinado a fuego lento y finalmente, el plato se había servido de la manera más fría que a Harry se le hubiese ocurrido jamás.

Aquel día, Louis se había levantado con una sonrisa en la cara. Ya habían pasado casi doce meses de su llegada a París y tal como Harry lo había prometido, tras haber celebrado el cumpleaños de Louis, la navidad y el año nuevo en la ciudad de las luces, era hora de volver a casa. A pesar de que el inicio de su estancia en Francia fueron durísimos, el omega había logrado desarrollar una pequeña rutina y se había logrado adaptar, mas extrañaba la vida en Londres, extrañaba a Zayn y por sobre todo, extrañaba la vida que había conseguido junto a Harry.

Emocionado por volver, caminó dando saltitos por todo el pasillo, envuelto en su elegante bata azul príncipe mientras Harry lo observaba apoyado en el marco de la puerta del baño, con una media sonrisa mientras se cepillaba los dientes.

— Buenos días, Principito. ¿Tienes todo listo? — Le dijo, una vez que escupió en el lavabo el primer enjuague.

Louis apareció por el marco de la puerta y rodeó el cuerpo de Harry con sus brazos desde la espalda. El alfa sintió como todo el amor del mundo viajaba por su cuerpo de arriba abajo, estremeciéndole desde el interior.

— Todo empacado, solamente me baño, me visto y estoy listo para irnos. — Dijo, mientras giraba por debajo de los brazos de Harry para poder abrazarlo de frente, quedando en un estrecho espacio entre el lavabo y el cuerpo del alfa, que aquella mañana se encontraba enfundado en un fino traje negro. — ¿Y tú?

Harry disfrutó de la alegría impresa en los orbes azules de Louis antes de que soltara la bomba que quizás, empañase aquella bonita mañana. — Todo listo, aunque tengo algo que decirte.

Louis había comenzado a besar su pecho, desviándose por su cuello y no se distrajo ante las palabras del alfa. — ¿Mmh?

— Me tengo que ir ahora. — Eso sí logró llamarla atención del omega, quien detuvo su acción y miró a Harry con confusión.

— ¿Por qué?

— Tengo una reunión de trabajo de improvisto, es muy importante y no puedo faltar. — Dijo. Se mordió el labio para poder capear mejor la decepción que llenó los ojos de Louis. De inmediato, ofreció soluciones: — Lo siento, Principito, de verdad, fue totalmente inesperado, pero serán apenas unas horas y para cuando estés aterrizando a Londres yo estaré ahí, esperándote para que vayamos a cenar y celebrar nuestro regreso, ¿Qué te parece?

La llamada del señor Yang lo había tomado de improvisto aquella mañana, incluso le había despertado más temprano de lo habitual, producto de la hora de diferencia horaria que tenían con Londres. El tono de urgencia en la voz de Yang cuando contestó y luego la insistencia de la traductora con respecto a la hora terminaron por despertar y convencer definitivamente a Harry de cortar el problema de raíz. Se maldijo a sí mismo por el inconveniente, pero aquella reunión sería una de las primeras del fin, el inicio de su nueva vida con Louis, así que no perdía nada en quizás llegar un poco más temprano a Londres y esperar a Louis allá, se separarían, como mucho, unas cuatro horas.

Louis desvió la mirada y el puchero que se le formó en el rostro fue inevitable. — ¿No podemos irnos juntos ahora?

Harry vaciló. — No estás ni vestido, además voy directamente a la reunión y la verdad prefiero que tú no aparezcas ni cerca de ese lugar.

— Puedo cambiarme ahora. — Interpuso el omega.

— No te preocupes, Principito. Prefiero que tomes tu vuelo tranquilo y yo poder esperarte allá, con un par de sorpresas y el asunto de mi trabajo resuelto. — Dijo, mientras tomaba el rostro de Louis entre sus manos y se inclinaba para besarlo suavemente. — Y entonces solo seremos nosotros.

Adicto. | l.s (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora