XVII

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Dos meses habían pasado y las cosas marchaban bien.

Los amigos de Jay, Sung Hoon y Jung Won, regresaron por fin a la escuela. Resulta que no le había ido tan bien al primero en aquel programa de supervivencia, pero ya habría otros en lo que participaría. En cambio el menor de ambos regresó todo feliz de su viaje, con algunos recuerdos para todos claro. 

 —Bicho, ya es hora de irnos. Entró por la ventana del cuarto de la coreana. Hoon y Won nos esperan para ir todos juntos a la escuela. 

—¡En un momento salgo, Jay! Gritó desde el baño Soo Young. 

—¿Tomaste tus pastillas, verdad? El rubio se acostó en la cama de ella. —Últimamente ya no me informas de eso, bicho. 

La coreana salió del baño arreglándose el cabello. —Claro que sí lo hago, tonto. Pero no quiero preocuparte por eso, ¿sí? Sólo es que mi tío regresó a la frontera, aunque será un corto tiempo me siento... ya sabes, algo sola. 

El rubio se sentó en la cama. —¿Él es tu única familia?

—Pues no, pero... Soo Young lo miró. —Prometo contarte todo, cariño. Pero como sabes, nos están esperando, vamos. 

Ambos se dirigieron a la puerta principal y salieron a su escuela junto a sus amigos. Soo Young se hizo amiga fácilmente de los amigos de Jay, un pequeño click se formó en los tres y se volvieron muy cercanos. Después de aquel día en el campamento, la coreana incentivó al estadounidense para que se llevara mejor con sus compañeros de clase. 

Por supuesto que no fue fácil, también conversó con sus compañeros explicando que todo lo que pensaban del rubio no era verdad. Con algo de tensión al principio, empezaron a conversar. Muchos habían olvidado lo divertido que era Jay debido a esa "ley del hielo" que decidieron hacer con el estadounidense, pero todo eso ya se estaba superando. 

En un momento de descanso, Jay volteó para mirar a Soo Young al otro lado del salón. 

Ella estaba sonriendo alegre ya que —finalmente— había logrado poder conversar con sus compañeros con total tranquilidad. Desde hace unas semanas, el rubio notaba que escuchar la risa de ella le hacía sentir una emoción agradable y hasta preciosa, sobre todo cuando eran sus bromas lo que provocaban aquel gentil sonido. Soo Young encontró los ojos del rubio observándola y sonrió. 

"Mi corazón... está latiendo muy rápido. ¿No?"  tocó su pecho mientras se iba sonrojando un poco, pero logró devolverle la sonrisa a la chica. 

Oh sí, Jay Park estaba cayendo por Choi Soo Young, y vaya que cada vez más rápido. En sus momentos de soledad se preguntaba, ¿ella estaría enamorada de él? El rubio no sabía si tomarse esas pequeñas "bromas" por parte de ella en serio o no. Pero como todo adolescente enamorado, le gustaba torturarse pensando en ellos dos saliendo juntos, tomarse de las manos como una pareja e incluso, besarse. Dios, eso último lo hacía sonrojarse como un tomate el tan solo pensarlo. 

—Jay. Sacándolo de sus pensamientos, Soo Young se acercó hasta él. —No te olvides de lo que vamos a hacer en la tarde. 

Jay acarició la cabeza de la contraria. —Por supuesto que no, Soo Youngie. 

Ella asintió y se marchó lo más rápido que pudo. "¿Él no notó mis mejillas sonrojadas, verdad?" pensó. Volvió con sus amigas retomando la conversación, miró al rubio por última vez y sonrió tímida. 

Una vez acabadas las clases, Jay y Soo Young regresaron a casa juntos. Cada uno fue a la suya para cambiarse de ropa y así estar listos para la tarde. Llegada la hora, el chico fue a recoger a su amiga a su casa y sin más preámbulos, se fueron. 

—No tengas miedo, ¿ok? Parados frente a la puerta, Soo Young empezó a hablar. —Sé que será un poco difícil al inicio, pero es necesario que sanes esta herida, cariño. Se paró de puntitas para besar la mejilla del rubio. —Estarás bien, aquí te esperaré.

—Gracias, bonita. Jay acarició la mejilla de ella. —Espero no demorar mucho, nos vemos. Se despidieron ambos y el chico entró al consultorio. 

La coreana fue a sentarse en aquellos bonitos muebles que tenía el hospital, esperando al rubio. Después de conversarlo varias semanas, Jay por fin había aceptado acudir al psicólogo para curar esa herida del accidente ocurrido hace dos años. La madre del chico estaba sumamente agradecida con Soo Young, puesto que era la única que podía conversar de estos temas y hacerlo entrar en razón a su hijo. 

Ella estaba jugando con su celular, cuando aquella tos molestosa volvió a empezar. Rápidamente se dirigió a comprar agua para calmar esa sensación, pero ahora sentía una repentina fatiga. Buscó el asiento más cercano, y se sentó con su botella de agua en mano, calmándose un poco. Por nada del mundo Jay tenía que enterarse de eso, simplemente... la coreana aún no tenía el valor para decírselo. 

"Tranquila Soo Young, sabes que esto es normal. Resiste un poco más..." 

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Colors for you | Park JayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora