XXVIII

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Soo Youngie... espera... amor, detente. Pronunció nervioso.

¡Yah! ¿Ahora no puedo besar a mi novio? Hizo un pequeño puchero. Solo quiero besarte y estar a tu lado, Jay. Se volvió a acercar a la mejilla del rubio.

Claro que sí, puedes. Pero linda estás algo mareada y... además, la posición en la que estamos es un poco... Sus mejillas se tornaron levemente rojas.

Ese día había sido noche de chicas, pero Jay no creyó que las cuatro juntas podrían ser algo problemáticas. Por sugerencia de Min Ki, todas ellas salieron a bailar a un club nuevo de Seúl, el cual se volvía popular velozmente entre los jóvenes. El estadounidense se despidió de su novia, para horas más tarde recibir una llamada de Sung Hoon diciendo que recogiera a su novia de dicho local. Aparentemente, las chicas fueron algo descuidadas con la bebida por lo cual, todas terminaron mareadas y siendo llevadas a sus casas con ayuda de sus respectivas parejas. Park ya había visto a su chica mareada, pero esta vez era algo diferente.

Apenas Soo Young lo vió llegar al club para recogerla, se aventó al chico y lo abrazó. No muy acostumbrado a las muestras de cariño en púbico, igual correspondió a su gesto para después recibir los dulces labios de su novia sobre los suyos. La coreana lo tomó de su camiseta para acercarlo más a ella y poder profundizar más el beso, pero Jay la alejó despacio antes de que dieran un pequeño espectáculo delante de todo el mundo. Y con algunos berrinches por parte de ella, logró sacarla de ahí para ir a su hogar. Cuando entraron a la casa, sin previo aviso el chico fue empujado por la chica hacia el sofá, estando ella encima de él, llegando así, a la situación actual.

¿Qué? ¿Acaso te pone nervioso estar así, honeySonrió. Se acercó hasta su cuello y empezó a dejar leves besitos en este. El chico cada vez era un manojo de nervios y se asemejaba más a un tomate. Entonces, déjame ponerte más nervioso, Jay.

Con total paciencia, se acercó hasta la mejilla del chico para dejar un tierno beso en él, siguió avanzando por su cuello y mordió sutilmente la oreja de él. Jay no sabía como decirle a su novia que parara, aunque también, no deseaba que se detuviera. Soo Young lo tomó de los hombros y atrapó su labios, mientras que el chico la tomó de la cintura dejando leves caricias en esta.

Bonita, ahora es mi turno de besar... Cuando el chico la volvió a mirar, ella ya estaba completamente dormida.  de verdad arruinaste el momento, Soo Youngie. Sonrió y levantando a la chica delante suyo, la llevó hasta su habitación.

Habían pasado dos semanas desde aquella conversación que tuvieron ambos jóvenes, sin embargo, todo seguía con total normalidad. Salida con amigos, ir a la escuela, citas por aquí, besos por allá, la vida de Soo Young marchaba como debería ser pero... no tanto para el rubio. A escondidas de su novia, el tío de ella y el estadounidense recurrían a reuniones médicas para poder informarse con mayor detalle de la condición de la chica y quizás así, mantener todavía la esperanza de que la podían salvar. Uno, dos, tres, cuatro, un sinnúmero de doctores y cada uno le aseguraba lo mismo a Jay, en cualquier momento su amada novia podía fallecer. Simplemente las lágrimas ya ni se esforzaban por salir de sus ojos, su chica se iría de su lado, pero esta vez para siempre.

Él se mantuvo a su lado en cualquier momento, mas no deseaba sofocarla tanto. Soo Young encontraría obviedad a su acercamiento exagerado hacía ella por lógicas razones, él lo sabía. ¿Pero cómo podría no estar al lado de su novia en estos momentos? Sus amigos aún no se enteraban de la enfermedad de la coreana y mucho menos, imaginaban que su vida encontraría la muerte muy pronto. Alguien, quería recurrir a alguien y contarle todo lo que pasaba por su cabeza en esos momentos, pero no podía. Este asunto era tan fuerte que hasta tenía temor de contarle a sus padres.

Colors for you | Park JayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora