LA FUERZA DE UNA PROMESA

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Yunxiang y Ao Bing pasaron abrazados toda la noche. Dándose cobijo del frío.
La pequeña habitación de Li Yunxiang era bastante sencilla, nada que ver con la habitación del rubio en su departamento y en la casa de su padre.
Yunxiang tenía los muebles justos y el espacio necesario para descansar y pasar el rato; cuando comenzó a salir con Ao Bing, mentiría si dijera que no le importaba que el chico tubiera más que el, su disgusto hacia la gente de clase acomodada seguía presente, pero aunado a eso, ahora estaba el no poder darle y sentirse suficiente. A ojos del menor de los Li, el rubio merecía algo mejor.
Pero cuando Ao Bing estubo en su casa la primera vez (para conocer a su hermano y su padre, más que otra cosa) a él rubio no pareció importarle la falta de lujos y comodidades en la casa de Yunxiang.
Incluso se tomó el atrevimiento de ayudar en la cocina a preparar la cena.
Ao Bing siempre lo sorprendía.

El primero en abrir los ojos, fue el pelinegro. Algunos mechones de cabello le curbian un ojo, y uno de sus brazos lo estaba usando su novio como almohada. La imagen le deleito; las hebras doradas de Ao Bing, se rregaban por su brazo y su almohada, las manos pálidas del chico descansaban en su pecho y sus largas y kilometricas piernas estaban enredadas con la suyas.
Su cara se veía tan relajada y serena; solo cuando dormía, su semblante se relajaba, al punto de incluso dejar ver que sonreía mientras dormía.
A la vista del más joven, Ao Bing siempre se veía adorable.
Yunxiang se mordió el labio; una de las clavículas del rubio estaba expuesta, pues la playera que traía puesta le quedaba una talla más grande y los chupetones de su cuello aun tenían un tontito púrpura bastante notable.
Internamente se reprendió por no poder terminar ayer lo que dejaron pendiente.
Con la mano libre, comenzó a acariciar los cabellos dorados del más alto. Mientras el chico respiraba de manera acompasada.
Estubo en la misma posición por varios minutos hasta que el rubio por fin comenzó a despertar.
Con pereza abrió sus ojos marrones y al ver a Yunxiang enseguida se desperezo para echarse encima del pelinegro.

-Alguien amaneció de buenas -Yunxiang seguía acostado y con sus dos brazos apretó al rubio sobre si mismo, aunque uno de sus brazos hormigueaba.

-Contigo siempre me levanto de buenas... Y eso que anoche, no fue una de esas noches -comentó el rubio con voz ronca, de recién levantado.

-Eres un pervetido, lo sabes ¿verdad?

-¿Y eso desde cuando te molesta? -el rubio aun seguía algo adormilado, pero con calma se acercó hasta la oreja de Yunxiang para susurrar lo último-, si te encanta follarme, no lo niegues.

Li Yunxiang se mantuvo quieto un momento e hizo uso de todo su autocontrol, para no comenzar a desvestir al rubio; no era el monto para eso.
Sus manos mantuvieron su agarre firme sobre la estrecha cintura de Ao Bing; estaba más que claro lo que él chico quería.
Era una verdadera pena que no pudiera darce el momento.

-Me encanta como te ves recién levantado -una de sus manos bajo al tracero del más alto y comenzó a apretar uno de sus glúteos; Ao Bing ronroneo por las acciones del pelinegro-, pero no será hoy bebé... Prometo que te lo compensarse.

La cara del rubio paso de la satisfacción al aburrimiento en segundos.
Hizo un puchero y se despegó del cuerpo bajo él.

-Uno tratando de ser romántico y tu ignorandome... En verdad que eres horrible -Hizo una mueca de disgusto.

Yunxiang sonrió por ello; aunque el rubio lo negara, le encantaba que Yunxiang siempre lo mimara y consintiera como si fuera un niño. A pesar de que era solo era dos años más grande, el rubio tenía ciertos comportamientos que rayaban en lo infantil... Y eso solo lo demostraba con el pelinegro; el mundo solo conocía la actitud fría y despectiva de Ao Bing, el hijo menor del señor DE.
Nunca nadie sabría que el niño presumido y arrogante era en realidad una dulzura por dentro.

NEZHA: EL RENACER DE UN DIOS [Oubing] Where stories live. Discover now