UNA VOLUNTAD INQUEBRANTABLE

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Entrar a un ascensor, nunca se había sentido tan claustrofobico como ahora.

Ao Jia estaba preocupado en demasía. En ninguna parte de su ecuación, entraba su hermano; fue una variable que no estaba contada y el resultado fue por demás, desastroso.
No tenía ni idea de lo que le haría su padre a sus hermanos, porque claro que también castigará a Yi, ese cabron tenía casi tanta culpa como Ao Bing.

El rubio continua inconsciente; todo el peso de su cuerpo descansa sobre los fuertes brazos de su hermano mayor. El rubio mayor se preguntaba que tan adolorido y cansado estaría Bing; aún tenía ligeras quemaduras en las palmas de las manos que no terminaban de sanar, estaba cubierto de polvo y escombros de la cabeza a los descalzos pies, sin contar el hecho de que su ropa olía a ceniza y humo, además de estar hecha un desastre; con la piel ligeramente más pálida y magullada de lo normal.
Sin duda, la pelea lo había llebado al límite de su cuerpo; si Jia no se equivocaba (y sabía que no era así, tenía una memoria fotográfica perfecta), la última vez que los 3 tubieron una pelea de entrenamiento fue cuando aún vivían juntos, hace casi 10 años. No dudaba que el pequeño Bing entrenará solo -por algo, tenía los reflejos que tenía-, pero no era lo mismo ejercitarse y luchar en soledad, a tener un oponente que casi iguala el nivel del Señor del mar del Este.
Y con las distracciones que el mismo Jia había creado, era casi imposible que Ao Bing tubiera una oportunidad de vencerle, quizá en condiciones iguales...
Ao Jia sintió la culpa hormigueandole bajo la piel. No quería que nada de esto ocurriera, nada de esto debía de haber ocurrido, y en parte la mayoria de responsabilidad era solamente suya.
Se mordió la uña hasta quebrarla.

El ascensor llegó al piso de la oficina del señor Guang. Jia reforzó su agarre sobre el cuerpo flacido de su hermano y trago saliva mientras caminaba fuera del ascensor, seguido de cuatro hombres en elegante traje negro y mascaras en las caras.
Dos de los hombres de traje abrieron las enormes puertas por él; fue hasta ese momento, que sintió que llevaba un peso demasiado enorme a cuestas, y no, no era el cuerpo de su hermano.

No sabría como describirlo, pero la cara que puso su padre al verlo llegar a la oficina fue desgarradora en niveles indescifrables. Parecía que en cualquier momento se desvaneceria por la impresión; el pobre hombre estaba pensando lo peor.

A espaldas del rubio mayor, las pesadas puertas dobles de madera, fueron cerradas con pasmosa lentitud.

Jia se encargo de hacerle saber con un movimiento de cabeza que su hermano aún estaba vivo, solo se encontraba inconsciente; Ao Guang, recordó como se respiraba.

El primogénito de la familia, camino hasta quedar a mitad del salón. Su padre ya se había levantado de la silla de su pesado escritorio de madera pulida y caminaba decidido hacía sus dos hijos.
Jia coloco con sumo cuidado a Bing en el frío suelo.

-¿Qué sucedió?, ¿Qué le ocurrió a tu hermano? -los ojos del hombre escaneaban con rapidez a los dos jóvenes y repararon en la ropa rasgada y ensangrentada de su hijo mayor-. ¿Qué te pasó a ti?

-Bing estaba en casa de los Li cuando yo llegué... Y lo siento, en verdad lo siento, pero no me detube porque el estubiera ahí -Jia sentía la culpa subirle por la garganta. No quería lastimar a su hermano, sería lo último que querría hacer-, trate de no excederme, pero mi hermano no hacía más que frenarme y... Te juro que no quise...

El elegante bastón de metal negro como alquitrán, dio un potente golpe en el suelo pulido; Jia sintió el estruendo en sus huesos.
El hombre estaba furioso.

-!AO YIII!

El joven hombre, sabía que Yasha ya se encontraba viniendo hacia acá con su hermano Yi. Ese pequeño hombre era casi como una maquinita de cuerda perfectamente calibrada.

NEZHA: EL RENACER DE UN DIOS [Oubing] Where stories live. Discover now