moonchild 「taegguk」

18

Los pies de Taehyung dolían , sudaba y tenía hambre. En la mañana decidió salir a buscar trabajo, no iba a vivir de café y galletas de mantequilla toda su vida. Necesitaba dinero para mantenerse y pagar la renta.

Ya estaba cansado y el sol de aquel día no le ayudaba para nada. Esperaba que de todos los lugares a los que fue al menos de uno lo llamasen.

Miró a su alrededor y alcanzó a leer un cartel fuera de una tienda. De inmediato se acercó y entró para preguntar si el puesto seguía disponible. Para su suerte lo estaba, la chica que lo atendió parecía estar entusiasmada con la idea de tenerlo de compañero de trabajo, así que probablemente hablaría bien de Taehyung. Le agradeció dejando sus datos y se retiró.

Suspiró, era mejor irse a casa antes de que se desmayara en plena vereda. Las cosas desde que llegó a ese lugar se le habían complicado. Aún no entendía muchas cosas, pero observaba cada vez que tenía la oportunidad a las demás personas y el movimiento de la sociedad a su alrededor.

En parte ya tenía bastante conocimiento, pero el vivirlo en carne propia era una historia completamente diferente. Los humanos tenían muchos problemas, penas y alegrías. A veces se sentía abrumado. Pero valía la pena, porque en su interior algo le decía que por algo es que estaba haciéndolo. Y aunque por alguna razón no lo recuerda, Taehyung sigue poniendo todo su esfuerzo.

Aún tiene vastos recuerdos de lo que era antes de que fuera una persona común y corriente. Pero cada día se despertaba con un recuerdo menos, y eso a veces le aterraba. Porque si él era Kim Taehyung, ya no lo sería jamás. No lo sabía con certeza pero y si olvidaba completamente quien era, o que es lo que le gustaba o sus anhelos. Sería tan solo una copia del original Kim Taehyung, con sentimientos y anhelos nuevos. Solo esperaba que su nueva persona también se preocupe por los demás, que sepa siempre que decir y que sea feliz hasta con lo más mínimo.

Y lo más importante, que no se le olvide que no se puede rendir. Debe seguir buscándolo. Ya no recuerda a quien exactamente, pero está seguro que su corazón se lo dirá en cuanto sus caminos se vuelvan a encontrar.