3

1K 199 109
                                    


Un montón de papeles recortados y lápices se encontraban esparcidos por el piso de la habitación. Jeongguk sujetaba unas tijeras con dificultad, recortando la forma de un corazón un tanto desprolijo que había dibujado en una cartulina de color rojo. Fruncía el ceño y sacaba su pequeña lengua por entre la comisura de sus labios, concentrado en su labor.

¿Qué haces cariño?

La madre del menor se asomó por la puerta, observando el desastre que tenía su hijo.

Hago cartas.

Dijo como si nada encogiéndose de hombros, sin siquiera apartar la vista hacía su progenitora y continuando con lo que estaba haciendo.

Ya es tarde, deberías dormir.

Dijo la mujer adentrándose en la habitación.

¿Hoy te iras también?

Preguntó Jeon un tanto triste observando la ropa de trabajo de su madre. Ella suspiró y se agachó para tomar en brazos al pequeño peliblanco.

Tengo turno Jeongguk, me gustaría quedarme pero no puedo cariño.

El menor puchereó y se aferró al cuerpo de su madre, restregando su nariz y rostro en el hombro de esta, aplastando una de sus mejillas contra el cálido cuerpo ajeno.

La madre se sentó en la cama aún con su hijo en brazos dándole mimos y besitos antes de partir al hospital, lugar en el que trabajaba durante horas casi sin descanso. Si bien era bastante agotador, a veces trabajaba día y noche, dormía muy poco y su alimentación no era la mejor. Pero hacía todo lo posible por mantenerse positiva y con energía.

¿Para quienes son todas esas cartas Ggukie?

Jeon observó sus lindos corazones y con un leve sonrojo se dirigió hacia su madre.

La maestra dijo que debíamos llevarle una tarjeta de regalo a quien le tengamos cariño. Por ser el día de San Valentín.

Hyerin miró enternecida a Jeongguk, quien trataba de esconder su sonrojo con sus pequeñas manitos.

Y tú hiciste una para cada amiguito ¿Verdad?

El pequeño asintió.

Ay, eres la cosita más linda que hay en el mundo. Jeonggukie eso es un gesto muy bello de tu parte.

Habló agarrando uno de los blanditos mofletes del pequeño. Quien se quejó al sentir el leve pellizco en su mejilla.

Muy bien... ahora duerme cariño. Ya me tengo que ir. Tu papá llegará en un rato, no te preocupes no estarás solito por mucho tiempo.

El pequeño asintió  y se acomodo en la cama estirando sus piernas un tanto gorditas y comenzar a mover sus descalzos pies de un lado a otro con emoción, esperando  a recibir el cálido beso en su frente de buenas noches, el cual su madre le brindaba cada vez que se iba a dormir. 

Luego de que Hyerin se fuera, Jeongguk se levantó y con sigilo se bajó de la cama dando un pequeño brinco. Se agachó y con sumo cuidado tomó los corazones de papel que su madre le había dicho que levantara antes de dormir. Los contó uno por uno verificando que no le faltara ninguno, los acomodó en su mesita de luz menos uno en especial.

Se volvió a meter a la cama y esta vez con un corazón de papel entre sus manos, el cual dejó debajo de su suave almohada esbozando una pequeña sonrisa.

Mas tarde a eso de la medianoche el hombre de cabellos grises hizo su aparición, hizo lo de siempre, arropó y besó la frente del peliblanco sin olvidarse de dejarle bonitos sueños. Y cuando el amanecer se le venia encima decidio que ya era tiempo de retirarse, habria cumplido con su labor perfectamente. Y cuando le dio el ultimo vistazo a aquel pequeño angelito que se removia entre sus sabanas, notó como un papelito de color rojo cayó desde la punta de la cama.

Se acercó y la recogió, desplegando el papel con forma de corazón. Una gran sonrisa se formo en el bello rostro del hombre. 

Aquella tarjeta era para él.

De: Jeonggukie ♡ 

Para: Taehyung ♡ 

Grasias por cuidar de mi. feliz dia de san balentin. 

Rió por las faltas ortográficas del menor, y su corazón se llenó de ternura y amor. Aquel niño era tan especial, y para Kim Taehyung era un honor el hacerse cargo de aquel humano. Pero aún así, no tenia idea de como el pequeño Jeongguk sabía siquiera de su existencia, la preocupación tomó lugar en su pecho.

 Y cuando escuchó que el peliblanco le llamó en un susurro, desapareció lo más rápido que pudo.

Porque era una de las cuantas reglas. Simple, pero la más importante de todas.

Jamás dejes que tu niño te vea.














moonchild 「taegguk」Où les histoires vivent. Découvrez maintenant