Capítulo XXIX

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|SAORI|



—Beth, Beth— lo sacudí un poco— no puedes dormir aquí, idiota— bufé.

Han pasado cinco días desde que llegamos a Japón. Resoplo. Beth estaba tranquilamente durmiendo en el sillón del bar que estábamos; ahora como lo llevare. Esto le pasa por haber tomado el sake tan rápido, nunca pensé que se pudiera emborrar tan rápido con eso, aunque en si es una bebida fuerte.

—No quiero irme, Kaia— frotándose sus ojos—. Gracias a ti no puedo dormir bien— gruñe.

—Sigue quejándote, pero necesito que me ayudes— pasando su brazo por mi cuello, lo agarro de la cintura para que caminara bien, pero hacia pasos torpes. Siento el golpe frío de la noche, llamo a un taxi y a los minutos estaba aquí. —Ahora tu eres el insoportable— lo ayudo a entrar.

—No más que tú, eres un dolor de trasero— balbucea—Necesito un aumento, cuidar a una niña es lio.

—Así que eso es lo que piensas— Fruncí el ceño— me vale en verdad.

En todo el camino Beth se la paso riéndose, realmente no tengo paciencia para cuidar a un chico en un estado no consciente de lo que hace. Llegamos y como puedo lo llevo a su habitación. Lo tiro a la cama y su camisa estaba por fuera y su cabello ruloso despeinado. Me siento una orilla de la cama y él se me queda mirando fijamente.

—Gane la apuesta— para cortar el silencio— tienes pagar la entrada al museo de Ghibli.

—Puedo darte al mejor que eso— acercándose a mí, podía sentir su respiración cerca de mi rostro.

Alejo su rostro con mi mano y el me lame mi mano; asqueada, la limpio y suelta una risita.

Ahora que lo recuerdo, ayer él estaba asomado a la ventana y note que sus ojos habían cambiado a rojo cereza por un instante, eso fue extraño, pero fingí estar dormida.

—Bien, señor Beth lo llevare a la ducha para que se le baje esa borrachera— me levante y le agacho a quitarle los zapatos.

—mmm, prefiero que nos bañemos juntos— propone.

Le tiro el zapato a la cara y se queja; maldito pervertido. Le ayudo a quitarse el abrigo y lo ayudo a llegar al baño. Lo empujo a dentro de la ducha y abro el grifo. Aclama de lo frio que esta, estaba totalmente empapado. Ver visto a Bethwel borracho, es una imagen digna de grabar en mi mente para molestarlo después. Sali de la habitación a buscar una toalla, la encontré en la cama y volví; el no emitía ninguna palabra.

—Beth, es hora de salir.

Me preocupe porque no se movía a pesar de que le hable, abrí la puerta de la ducha y me agarra de la mi muñeca haciendo que entre, quede empapada por su culpa.

—Estas me la pagaras— maldecí.

—Enante cuando estabas mirándome estabas emitiendo tus feromonas— acorralándome a una esquina—. Que te dije sobre eso— hablo entre dientes.

—No me di cuenta, lo siento— trataba de zafarme de su agarre, pero no podía—. Suéltame, antes de que te quedes sin hijos.

Sus ojos habían cambiado nuevamente a ese color que había visto ayer, no comprendía por qué.

—Beth, necesitamos salir de aquí, si no vamos a resfriarnos— exclamo nerviosa.

Me besa sin previo aviso, pero este beso no era dulce, si no con deseo y de posesión. Él me acerca más, no sé porque no podía alejarlo de mí; nuestros labios se movían al unísono, nuestras respiraciones estaban aceleradas. Sentía mi sangre corriendo por mis venas, haciendo que mi corazón estuviera sin control, me muerde suavemente el labio inferior y se me escapa un gemido de mi boca. Regrese a la realidad y me sentía avergonzada, él sonreía de una manera satisfecha.

Dark SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora