Capítulo III

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Me despertó Josué, me fui a bañar y lavar los dientes. Mis ojos dorados estaban medios apagados estaba exhausto, no sé porque si no hice ejercicio al día anterior, joder que dolor de cabeza. Miré mi cuello y vi dos pequeños huecos y me asusté. Los toqué y me dolía, fue una broma de mal gusto de algún estúpido vampiro ¿Debería hacer que pague por haber marcado mi hermoso cuello? No le tomare importancia.

Salí y los mayordomos me ayudaron a ponerme mi uniforme, Josué vio los dos huecos y me miró preocupado; le hice un gesto para que no se preocupara. Salí de mi habitación y me despedí de mis padres.

Tomo una rodaja de pan y me lo llevo en la boca.

—Mi niño ¿No comerás el desayuno? —pregunta mi abuela, ella es la encargada de la cocina.

Niego con la cabeza y le doy un abrazo de despedida.

Salgo de la cocina y me subo al auto para ir al colegio, me dieron ganas de faltar, pero se que mis padres dirán que soy ejemplo para nuestro pueblo y que debo ser responsable, apesta ser un heredero al trono.




|SAORI|



Me despedí de mi padre y corrí a la limusina en una competencia con Raúl. Espero que nadie me haya visto salir anoche, porque si no estoy muerta, bueno en parte si estoy muerta, pero se que mi padre se hubiera vuelto loco si ve que no estoy en mi habitación.

Alrededor de las 2:00 AM me levanté con una sed de sangre, no puede ser, no ahora, necesito mi medicina. Me levanto rápidamente de la cama, busco en los cajones de mi peinadora, cuando abro el frasco no tenía ninguna, joder se me olvido comprar.

Tengo que soportarlo, jadeo por falta de aire, necesito sangre solo por esta vez. Me puse mi capa, salté por el balcón y corrí hacia el reino lobo. Llegué a la plaza todo estaba solitario, corrí más rápido mi sed crecía más y más. Fui por la parte de atrás del castillo, sin que me viera algún guardia, buscaba a alguien en específico, por lo menos ese idiota servirá de algo.

Trepé por un balcón, la puerta estaba abierta y vi que era la de Evan, que casualidad. Me acerco lentamente a su cama para no hacer ruido y despertarlo; dormía con relajación sin ningún tormento, oír como su corazón bombeaba su sangre, me senté en el borde de la cama, me incliné hacia su cuello desnudo, mis colmillos salieron solos y los clavé en su cuello al principio mostró una mueca de dolor, pero después estuvo tranquilo.
Su sangre era deliciosa y saque mis colmillos, le deje dos marcas, bueno ni modo.

Su habitación era mas grande que la mía, posters de banda de rock en varias paredes y guitarras colgadas, tiene un buen gusto, volteo a mirarlo seguí durmiendo de verdad este chico tiene el sueño pesado, le acomodo su cobija para que este bien tapado y salgo de ahí.

Sonreí ante ese recuerdo quería más de su sangre; la deseaba tiene un sabor único que antes no había probado, pero no, debo controlarme. Sin darme cuenta habíamos llegado al colegio, me dirigí al salón y me senté a lado de Elizabeth.

—Hola— Elizabeth saludándome con alegría. Nos conocemos desde pequeñas, cuando la vi por primera vez me asusté al ver sus cuernos, me di cuenta de que ella no era como yo, era una especie diferente, mi padre me explico porque ella no era como nosotros, después con el tiempo me fui acostumbrando.

Le correspondí el saludo con una sonrisa, vi que Evan entraba con mi hermano y se sentaron en el último puesto.

—Saori— me llamó Elizabeth con una sonrisa burlona. Cuando miraste a Evan, tus ojos se pusieron más rojos y estabas sonriendo— prosiguió ella con aire preocupado y todavía con algo de gracia.

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