3 - Noches sin dormir I-

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#2

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Pocas cosas le gustaban tanto a Olivia como caminar.
Todas las noches al salir del 'Ryomen', el pequeño restaurante japonés en el que trabajaba, cogía casi siempre el mismo camina. Caminar no solo se había vuelto su única forma de interactuar con el mundo que le rodeaba sino una manera de desesterarse y olvidar, por muy efímero que fuera, todos sus problemas. Tenía que trabajar trece horas todos los días para poder ayudar a su padre en casa con los gastos.

Ming, el padre de Olivia, era dueño de un humilde taller mecánico que empezaba a sentir los efectos de la crisis económica que azotaba al mundo. Y para colmo no podía competir con las grandes empresas del sector. Pero aun así estaba decidido a no echar el cierre, costara lo que costara.
La esposa de Ming le había abandonado con su hija meses después de traerla al mundo. Tuvo que ser padre y madre para su niña, y era capaz de cualquier cosa por ella.

Debido a su horario de trabajo, Olivia sólo podía comunicarse con sus amigos por teléfono. No era muy fan de las redes sociales pero intentaba dedicarles unos minutos por WhatsApp a su grupo más íntimo. Su mejor amiga, Azuki, era la única persona con quien se veía dado que trabajaban juntas en el mismo local.

Caminar la ayudaba a distraerse.

Estaba yéndose a casa cuando una alguien, desconocido, clamó por su atención. A unos quince metros a su izquierda se hallaba un árbol gigantesco con grandes ramas y copa exuberante, de ahí procedía la voz. La escasa iluminación de la zona le impedía distinguir fácilmente al individuo.

Se detuvo.

Una figura emergió de la oscuridad posicionándose frente a ella.

—Hola. Buenas noches, señorita.

Un joven apuesto de más o menos metro ochenta, robusto, y de cabello negro le dio la mano.

—Hola —contrayendo los músculos de su cara, le correspondió el saludo, prudente. ¿Quién era y qué intenciones tenía? Esas preguntas asaltaron su mente.

—Por favor, no tenga miedo. No voy a hacerle nada —matizó éste, rascándose la nuca—. Soy Randy, Randy Ribolebe.

No era tan tarde no hacía demasiado frío, lo que explicaba la presencia de bastantes transeúntes a esas horas..
Aunque Olivia sabía defenderse, su padre le había enseñado de pequeña que nunca se confiara y que se mantuviera alerta en todo momento, pues los malhechores habitualmente iban en grupos y se mimetizaban entre la muchedumbre.

—Tranquilo, Randy Ribolebe. No tengo miedo —aclaró—. ¿Debería tenerlo?

—No, no, no. Para nada —dijo apresurado, evidenciando aún más su nerviosismo. La reacción de Randy desató unas carcajadas en Olivia. Que el joven se pusiera a sudar de pronto le hizo mucha gracia.

—Oye, oye. Tranquilo. Sólo estaba bromeando.

Tal vez fuera por bajar la guardia o simplemente por la sensación de socializar de nuevo pero, lo cierto era que Randy le pareció una persona incapaz de hacer daño a nadie. Afable. Vamos, un bonachón, como suele decirse.

—Yo soy Olivia —le regaló una sonrisa tranquilizadora—. Y no te preocupes, puedes tutearme.

—Está bien —bisbiseó—, Olivia.

STRANGE FEELINGS [En curso y en corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora