10 - A solas-

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#1

Alisha

Después de que mamá se separara de mi padre, no habíamos vuelto a tener noticias de él. Pensé que se preocuparía por saber cómo estoy o que se disculparía con mamá por el daño que le hizo. Aunque a decir verdad no me sorprendía que no se molestara siquiera en llamar. A fin de cuentas era un egoísta y sólo le importa él y nada más que él. Desde que tengo memoria no recuerdo que mi padre haya estado presente en mi vida de la manera en que se supone que debería estarlo un padre. Todo lo que soy se lo debo a mamá, y la amo más que a nadie en esta vida.

Al mudarnos a Móstoles conocí a una chica increíble, Sky Avomo. Es algo tímida y reservada pero es muy simpática. Tiene una mirada dulce e inocente, que evoca ternura, una personalidad mística, con un gran corazón y una pasión asombrosa por la fotografía y la naturaleza. Me acuerdo de la primera vez que la vi. Fue en un día muy soleado, con un calor sofocante. Recién llegábamos al barrio nuevo. Recuerdo estar de pie en mitad de todos y, al instante tuve una sensación extraña, como si una voz me susurrase a travez de la brisa a echar la vista a aquella ventana del cuarto piso del edificio que tenía delante. Levanté la vista y vi cómo alguien estaba alejándose de la ventana tan rápido como un parpadeo.


Sky Avomo y yo llevábamos varios días sin hablarnos, desde el incidente en la cafetería con Miguel. Por algún motivo Miguel no le caía bien, y yo lo respetaba, pero ella debía entender que el hecho de que no le cayera bien no implicaba que debiera caerme mal a mí también. Era mi mejor amiga y no me hacía ninguna gracia estar peleada con ella.

Estábamos en la tienda Miguel y yo, reponiendo los estantes cuando su abuelo, el señor Coco, le pidió que fuera a casa a por una bolsa que contenía los ingredientes de una receta nueva. Miguel me preguntó si querría acompañarle, miré al señor Coco, y éste asintió con la cabeza. Tomamos su camioneta y nos pusimos en marcha. Iba a ser la primera vez que iba a casa de Miguel. Andaba ensimismada, pensando en la manera de disculparme con Avomo, de modo que no le prestaba mucha atención a la conversación con Miguel. Me limitaba a responder escueta con un sí o no, hasta que de pronto Miguel soltó un comentario que me trajo de vuelta a la realidad.

—Tu novia está loca —la sonrisa en su mueca era evidente, se estaba mofando. Giré la cabeza hacia él, con el ceño fruncido.

—Perdona, ¿qué dijiste? —reprimió una risotada.

—Lo que oíste. Avomo se comporta de manera pueril, es una inmadura —aclaró, sin apartar la vista de la carretera—. Ni que fueses suya.

<<¿Ni que fuese suya? ¿Qué habrá querido decir con eso?>>
Aquellas palabras resonaron en mi cabeza, haciéndome pensar durante unos segundos.

—¡Oh, ya! Eso... —me corrí el pelo— Bueno, una vez más me disculpo por su comportamiento de la última vez. Ella sólo trata de protegerme, y no es para nada pueril. Es muy madura para tener la edad que tiene. Créeme.

—Sí, claro —dijo con sarcasmo— ¿Protegerte de qué?

Obviamente no podía decirle lo que pensaba Avomo de él, mucho menos que era de él de quién trataba de protegerme.

—Cosa de chicas. No lo entenderías —fingí una sonrisa.

Al cabo de quince minutos llegamos a la casa de Miguel.
Era un chalet moderno, con dos plantas, bañado de cristaleras azules y mármol. Tenía una piscina enorme en mitad del patio.

—¡Wow! Es una casa muy bonita —me quedé impresionada. Solo había visto ese tipo de casas por televisión.

—¿Sí? Pues espera a ver el interior —expresó orgulloso.

STRANGE FEELINGS [En curso y en corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora