3. Algo más que un Don

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Había dos posibilidades:

La "A" era: Su madre se espantaría al verlo acompañado de un policía y empezaría a llorar.

Y la "B": Su madre ya sabría lo que ocurrió y lo mataría por haber hecho tal estupidez y por haber usado su Don.

Y a pesar de que deseaba que ninguna de las dos se cumpliera... pasaron los dos al mismo tiempo.

Cuando el oficial Karama lo dejó en la puerta de su hogar, el rostro de la señora Midoriya no era nada bonito, siendo que tenía el ceño fruncido y la mirada tan afilada que Midoriya comenzó a sangrar internamente. El oficial incluso se espantó por la mirada de la señora.

—¿Usted es la señora Midoriya? —cuestionó el oficial, mientras la mujer no despegaba la mirada del adolescente.

—Sí, sí lo soy —El oficial tosió para aclararse la garganta, o para que no le flaqueara la voz.

—Su hijo se metió en un asunto oficial. Afortunadamente no salieron heridos y ni menos él. Solamente venía a escoltarlo a su hogar por seguridad.

—Se lo agradezco oficial... —la mujer leyó la placa en su pecho—. Karama. Yo me encargo de cuidarlo ahora —la madre agarro a su hijo del brazo con una fuerza anormal.

—Está bien. Con su permiso, me retiro —el oficial se quitó el gorro en forma de despedida para luego largarse, dejando al joven Midoriya solo con su madre.

El muchacho tragó saliva mientras que su madre lo metía al departamento y azotaba la puerta con fuerza: Se avecinaba un regaño masivo, por lo menos eso fue lo que creyó. La mirada de su madre sobre él y con los brazos cruzados lo hizo imaginarse una escena donde ella era diez veces su tamaño y tenía un aura oscura y asesina, mientras que él era un simple humano temiendo por su vida.

Y fue entonces que todo el sillón fue inundado por lágrimas de la madre de Midoriya.

—¡¡Ay hijito, me preocupaste tanto!! ¡¡Gracias al cielo que estás bien!! —exclamó la dama para lanzarse sobre los brazos de su hijo, comenzando a inundar el departamento con la explosión de lágrimas que salían de sus aguados ojos.

Midoriya se había mantenido en shock durante toda la reacción, abrumado por la fuerza de los brazos de su bajita madre. El muchacho comenzó a sentir como su espalda junto al sillón era salpicada por lo salado de las lágrimas de su madre mientras que lentamente abrazaba a la mujer con cuidado, tratando de relajarla.

—T-Tranquila mamá. E-Estás empapando todo el sillón —la mujer se retiró de su posición y fue que el muchacho le secó las lágrimas a la mujer que le dio la vida—. Estoy completo mamá, no me paso nada... —la madre pasó su mano por el brazo descubierto de su anterior uniforme escolar

—Yo no creo eso del todo. Hijo, por favor dime que no usaste tu Don... —la dama de ojos llenos de agua miro a los ojos verdosos de su hijo, que por miedo bajo su mirada, evitando ver a su madre por lo sucedido hace menos de una hora—. Izuku, mírame a los ojos y dime que no hiciste lo qué creo que hiciste...

—Tenían rehenes y nadie se podía acercar. Tenía una botella de agua en mi mochila así que trate de distraer a uno para luego... —hizo una larga pausa, mientras que las lágrimas de su madre transmutaran y se convirtieran en lágrimas de decepción—. Mamá, déjame explicarte por favor...

—¡Te he dicho un millón de veces que tu Don no puede ser usado! ¡Pudiste haber lastimado a alguien o a ti mismo, mira como quedo tu ropa!

—Mi Don no es peligroso mamá, ¡pero a tu vista lo es, y no me dices el por qué! —Encaró, levantándose del sillón con fuerza, espantando a su madre, mientras que sus ojos brillaban—. Mamá, yo sé qué me has ocultado cosas durante los años. Sobre mi Don, de mi padre, de mi futuro...

Izuku Midoriya: El Primer MestizoWhere stories live. Discover now