23. Hermanos

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El muchacho trató de abrir la boca, pero estaba envuelta en manto oscuro. Trató de mover su cuerpo, pero también estaba cubierto por el mismo manto. Solo sus ojos estaban descubiertos, y no entendían qué estaba viendo. El lugar donde estaba cubierto de oscuridad, con una luz que lo cubría a él... y a una persona delante de sí:

Él mismo.

Pero esta versión de él, era diferente: Su pelo era completamente oscuro y sus ojos en vez de esmeraldas, eran carmesí. Sus brazos estaban bañados de cicatrices y sus partes metálicas acaparaban mayor parte de su cuerpo.

Su reflejo alzó la vista, mostrando con más claridad sus ojos escarlata. Izuku trató de hablar, pero solo surgió un murmullo inentendible. Su clon no le quitó el ojo de encima:

«¿Quién eres...?», preguntó Izuku. Sorpresivamente, su imitación lo entendió:

—Soy tú. —el Izuku original negó, al mismo tiempo que le dificultaba creer el hecho de que esa persona era él... O un reflejo de lo que sería.

«¿Dónde estoy?», cuestionó de nuevo.

—Dentro de tu nuestra mente.

«Tú no eres yo, deja de hablar en plural», espetó el original.

—Somos el mismo ser. El mismo híbrido. Somos M-One.

«Mi nombre no es M-One: Es Izuku».

—Somos M-One. Ese es nuestro nombre original. "Izuku Midoriya", es solo un apodo que nos pusieron. No somos él.

«Yo soy él, y tú también lo eres».

—Puedes mentirte a ti mismo, pero jamás a mí: El metal en tu piel, el que llamas "Transformium", esas transformaciones que componen tus habilidades. Soy el Decepticon que hay en ti —Midoriya entrecerró los ojos, mientras que M-One sonreía—. ¿Por qué te cuesta entender que estamos atados al mismo destino? No somos nada sin el otro. Por eso somos tan débiles: Porque te niegas a aceptarme.

«Soy débil porque existes tú: Si caigo en tu oscuridad, solamente seré peor», M-One soltó una risa maquiavélica.

—Puedes seguir con esa farsa... pero, si no quieres que todas aquellas que esas personas que aprecias en esa academia mueran, acéptame como tu verdadero ser... Y quizás los dejaré vivir. —Izuku apretó las manos envueltas en la oscuridad y trató de transformarlas, pero le fue imposible. Ya lo había dicho M-One: Él era su poder, y sin él, solo era un humano común y corriente.

«¡Déjame libre, estás cometiendo un error, nosotros nunca haríamos algo como esto...! ¡Somos la misma persona, así que sabes que nunca lastimaríamos a nuestros compañeros!», gritó Midoriya, mientras que M-One cubría su rostro con su casco y se adentraba lentamente en la oscuridad.

—Como a mí me parece, no estás en condiciones de intentar nada. Después de todo: ¿Qué eres tú sin mí, Midoriya?

M-One se unió en la oscuridad, mientras que Izuku forcejeaba la oscuridad y trataba de gritar por auxilio, aun sabiendo que nadie lo escucharía. Si no tenía control de su cuerpo y sus acciones, quién sabe que podría hacer M-One si tomaba el control permanentemente.

Estaba en constante conflicto con él... y si era necesario para que sangre inocente corriera, entonces seguiría en duelo con su otro yo.

(. . .)

—¡Mala idea, mala idea, mala idea, mala ideaaaa...! —clamó Ashido, mientras corría al lado de sus compañeros. Estar en pleno combate con robots que eran diez veces su tamaño no era una buena forma de mantenerse a salvo. Estaban cerca de la instalación principal de la academia, y no podía detenerse, no con un Decepticon pisándoles los talones.

Izuku Midoriya: El Primer MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora